A veces lo que parece un regalo es una tortura. Puch, la eterna promesa, no quería jugar. Quería dedicarse a la música. Y tardó varios años en digerir el golpe.
PorItalo Morales
Página122
A veces lo que parece un regalo es una tortura. Puch, la eterna promesa, no quería jugar. Quería dedicarse a la música. Y tardó varios años en digerir el golpe.
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