No necesito ningún portero”, dijo el sábado Zidane con su proverbial sencillez. Con ese tono neutro y seguro, sin circunloquios, de los que hablan un idioma que no es el suyo.
En su entrevista a El País, llama la atención su falta de empatía para entender a aquellos que no tienen la fortuna de poder jugar el fútbol que a él le agrada.
Las matemáticas dirán otra cosa, pero en el mundo real a los madridistas no nos pueden convencer de que el zapato de Cenicienta todavía se ajusta a la horma de esta Liga.
El mejor ejemplo del gran despliegue físico celeste fueron sus laterales. Mallo y Jonny, dos productos creados en A Madroa, expropiaron las bandas de Balaídos.
A dieciséis puntos. Ya no hay manera de que las cuentas le salgan al Madrid. Supongamos que gana en Leganés, supongamos incluso que gana en el Camp Nou. Aún quedaría a diez.