Así los veo: previa NFL 2017 de los Houston Texans
Los Texans son el equipo más joven de la NFL. Y desde que nacieron en 2002 han hecho casi siempre muy buen trabajo. Han construido habitualmente plantillas sólidas, defensas poderosas y backfields muy potentes, sobre todo durante la etapa de Arian Foster. También han tenido año tras año un gran staff técnico con ideas muy claras sobre el camino a seguir. No hace falta que os presente a Gary Kubiak. Incluso Bill O’Brien, pese a algunos lunares, ha sido capaz de llevar al equipo a playoff en dos de sus tres temporadas y casi siempre en circunstancias muy desfavorables.
El problema de los Texans ha terminado siendo el mismo casi siempre: nunca han tenido un quarterback como Dios manda. Y también han sentido cada mes de diciembre la frustración de que una magnífica plantilla no alcanzara las expectativas por falta de apoyo en esa posición clave. Poco a poco, como en una tortura interminable, han contemplado impotentes cómo un gran proyecto tras otro se les iba por la alcantarilla por no encontrar un pasador.
Buscando quarterback desesperadamente
Por eso dedicaron la offseason a resolver el problema con única prioridad. Primero enfocaron la mirilla en Garoppolo, pero los Patriots pidieron por él un precio desorbitado. Luego consiguieron librarse de Brock Osweiler, con los Browns convertidos en rescatadores improbables a cambio de rondas del draft. Por último, una vez liberados de la pesada carga de Osweiler, subieron a la ‘pole position’ para llevarse el premio gordo de Tony Romo, pero la CBS les adelantó por la derecha. Por eso tuvieron que apostar a todo o nada en el draft. E incluso allí se llevaron un sobresalto frustrante cuando los Chiefs les birlaron inesperadamente a Mahomes. En pleno ataque de pánico no tuvieron más remedio que subir para elegir a Deshaun Watson, al que según todos los analistas, casi sin excepción, le falta un hervor para poder debutar con garantías en la NFL, algo que tendrá que hacer sí o sí. Porque no creo que nadie en su sano juicio imagine al ínclito Tom Savage conduciendo el ataque del equipo en septiembre.
Al menos, el grupo de receptores sí es ideal para ayudar a un quarterback novato. DeAndre Hopkins sigue siendo una gran estrella pese a los pobres números de la pasada temporada y Will Fuller tiene mucho talento y por algo fue elegido en primera ronda de 2016. La pareja de tight ends se quedaría corta en un equipo más pasador. Ni Ryan Griffin, más volcado en la faceta receptora, y C.J. Fiedorowicz convertido en chico para todo, están entre la élite de la NFL, pero ambos serán decisivos para hacer el trabajo más sencillo a Deshaun Watson.
El mismo problema que cada año
Así que no hay que llevarse a engaño. Los Texans volverán a tener una defensa de quitar el hipo con JJ Watt y Jadeveon Clowney causando el pánico desde los ends y un buenísimo backfield con Lamar Miller acompañado por el novato D’Onta Foreman, elegido en tercera ronda. Pero salvo que Watson de a todo el mundo una sorpresa mayúscula, tendrán que dedicar la temporada a salvar los muebles mientras su nuevo y flamante quarterback se entera de qué va la fiesta.
El otro problema para el quarterback novato será su línea ofensiva. Por un lado, la buena noticia es que por fin podrán contar con el center Nick Martin, que se perdió completa su temporada de rookie después de ser elegido en segunda ronda. El tackle izquierdo también estará muy bien cubierto por Duane Brown, pese a que se está pasando todo el verano con problemas contractuales y ni siquiera se presentó al inicio del training camp. La mala noticia es que siguen Xavier su’a-Filo y Jeff Allen como guards y, lo que es peor, Chris Clark comenzará como tackle derecho titular, aunque es de esperar que Julie’n Davenport, elegido en cuarta ronda este año, le sustituya en cuanto esté listo. Demasiadas incógnitas para una OL que tendrá que proteger a un quarterback novato y rendir a muy alto nivel abriendo puertas a la carrera.
La secundaria parece tambalearse
Y ni siquiera la defensa es tan bonita como lo estoy pintando. La elección de Zach Cunningham en segunda ronda (menudo robo) eleva un escalón más la calidad de su descomunal front seven en el que JJ Watt y Jadeveon Clowney forman, quizá, la mejor pareja de ends de la NFL si Watt consigue estar sano, porque tras ellos no hay relevos. DJ Reader tendrá la difícil misión de sustituir a un mito como Vince Wilfork en el nose tackle en su segunda temporada como profesional. La línea de cuatro linebackers también será poderosísima con una bestia como Whitney Mercilus por fuera, Benardrick McKinney acompañado por el novato de segunda ronda Zack Cunningham para formar un interior temible, y Brennan Scarlett como posible cuarto titular.
En la defensa contra el pase, la marcha de A.J. Bouye, su mejor cronerback y uno de sus pilares defensivos, y de Quintin Demps, un strong safety que el año pasado cuajó una temporada magnífica, ha dejado la secundaria en cuadro sin que aparentemente hayan llegado relevos solventes para tapar los agujeros, sobre todo en el safety, donde Andre Hall es más que mejorable como free y ni siquiera está del todo claro quién jugará como strong. Como cornerbacks, Kareem Jackson es un primera ronda de 2010 y tuvo una actuación insípida el año pasado, siempre a la sombra de Bouye. La clave de esa secundaria podría estar en que Kevin Johnson, elegido en primera ronda en 2015, vuelva al máximo nivel después de que una inoportuna lesión en el pie frustrara su magnífica progresión el año pasado y le hiciera perderse los últimos doce partidos.
Entre la espada y la pared
El auténtico gran problema para los Texans, y para Bill O’Brien, es que Deshaun Watson es una aventura sin retorno. Y si sale mal es muy probable que el proyecto salte por los aires. Cada vez hay más gente en Houston que se pregunta si de verdad O’Brien es el alumno aventajado de Belichick con el que soñaban. Han pretendido hacer un front office que emulara la filosofía de New England tanto en el campo de juego como en los despachos y en vez de conseguir una balsa de aceite navegando en un mar de sentido común viven en una permanente tormenta en la que la prioridad es que el barco no zozobre.
Lo peor es que según demasiados expertos Deshaun Watson es un quarterback sin hacer con los mismos problemas de progresión de lectura que Colin Kaepernick sin la potencia de brazo ni poderío físico del ex de los Niners. Solo de pensarlo se le hace a uno un nudo en el estómago. Y el año que viene, cuando de verdad se espera una camada sensacional de quarterbacks, no tendrán ni primera ni segunda ronda, así que están atados de manos y sin margen de maniobra. Por muy bien que lo haga Watson, otra vez tendrán que encomendarse a que los Watt, Clouney, Mercilus y compañía impongan su dictadura para ganar partidos. Y si el quarterback no alcanza las expectativas, sentirán por el camino la triste resignación de que una defensa destinada a hacer historia pueda quedar avocada a diluirse porque nunca se encontró un jugador a la altura lanzando pases.
Ni siquiera el calendario es un consuelo. Parece sencillo, pero está plagado de equipos emergentes que, aparentemente, han hecho mejor su trabajo durante esta offseason, en la que Houston ha tenido siempre que luchar contra un límite salarial que les ha dejado muy poco margen de maniobra.
Mi pronóstico
Es muy complicado imaginar una hecatombe cuando un equipo tiene un front seven tan bueno, pero creo que Houston este año difícilmente podrá pelear por entrar en playoffs si sigue jugando sin quarterback. Muchos analistas les ven rondando las ocho victorias, pero yo apuesto por un récord 6-10 que les dejará como últimos de división.
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