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Así los veo: previa NFL 2017 de los Buffalo Bills

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El año pasado por estas fechas la franquicia de Filadelfia estaba convulsionada por una agencia libre y un draft caóticos en los que acumularon quarterbacks titulares sin ton ni son. Bradford ya estaba en el equipo y apostaron por él. Chase llegó de la mano de Doug Pederson, el nuevo entrenador principal, que apostaba por él. En el draft tiraron la casa por la ventana para elegir a Wentz y lo apostaron todo por él. Tres órdagos a la grande, dos quarterbacks enfadados y un proyecto en entredicho. Luego llegó la lesión de Bridgewater en Minnesota y todo se arregló mágicamente. Y cuando digo todo, es todo. Por arte de birlibirloque, todas las piezas empezaron a encajar y los Eagles fueron uno de los equipos emergentes que mejores sensaciones transmitieron durante gran parte de la pasada temporada.

Por delante de cualquier otra consideración, el secreto de la satisfacción de los aficionados de los Eagles tras un récord 7-9, el mismo conseguido por el equipo el año anterior con Chip Kelly, estriba en un detalle sencillo: la seguridad de que han encontrado a su quarterback franquicia para los próximos quince años, Dios mediante y si la cosa no se tuerce por una lesión inoportuna. Todo el mundo sabe que cuando pones un quarterback en tu vida el sol se levanta más brillante, las verrugas se transforman en lunares y el mundo se ilumina y se transforma en un lugar maravilloso.

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Sin embargo, pasada la euforia inicial, y asegurada la pieza maestra, llegaron los receptores incompetentes, una defensa que empezó siendo un muro terminó por derrumbarse y, aunque nadie se disgustó especialmente, sí comenzaron las urgencias por construir cuanto antes un bloque competitivo alrededor de Carson Wentz.

Por favor, receptores que no dejen caer balones

Probablemente, si al final de la pasada temporada le hubieran preguntado a algún aficionado del equipo cuál era la mayor prioridad de los Eagles, la respuesta habría sido fulminante e inmisericorde: “librarnos de Nelson Agholor”. Verle dejar caer balones fáciles fue una de las experiencias más frustrantes de toda la NFL. Finalmente no ha sido cortado, al menos cuando escribo estas líneas. Sin embargo, los Eagles han intentado reinventar su cuerpo de receptores fichando a, quizá, el mejor jugador disponible en la agencia libre de 2017. Alshon Jeffery ha llegado al equipo como el receptor número 1 legítimo que necesita Carson Wentz para desarrollar todo su potencial sin que la incompetencia al otro lado del balón le ate de manos. Ya puestos, también ficharon a Torrey Smith, que aunque no sea capaz de hacer algo diferente que correr rutas profundas, puede ayudar a abrir el campo y siempre es un dolor de cabeza. En cuarta ronda del draft eligieron a Mack Hollins, un receptor que difícilmente tendrá mucho impacto esta temporada. Sin olvidar a Zach Ertz, uno de los mejores tight ends receptores de la NFL, y Brent Celek, cada vez más enfocado a la labor de bloqueo. A mediados de agosto abrieron la puerta de salida a otro receptor con manos de mantequilla. Jordan Mathews fue traspasado a Buffalo junto a una tercera ronda del draft a cambio del cornerback Ronald Darby, un movimiento que no debería afectar demasiado al rendimiento del grupo de receptores pero sí será decisivo para mejorar la secundaria.

Un backfield demasiado veterano

Mientras en 2016 los receptores dejaban caer los pases como si tuvieran manos de mantequilla, los Eagles se encontraron con otro hándicap en el backfield. Ryan Mathews continuó con sus problemas de lesiones y consistencia. Le faltó solidez para cargar con el peso del juego terrestre y al final tuvieron que recurrir a Darren Sproles, que abandonó su papel favorito, el de comando que aparece y desaparece de los partidos para dar golpes de mano donde más duele, para adquirir más protagonismo y perder el factor sorpresa. La situación no podía mantenerse y parece que han apostado por formar un comité con el fichaje de Legarrette Blount y la elección de Pumphrey en el draft. Todos ellos tienen perfiles muy diferentes y, aunque no parece una solución definitiva, sobre todo por la edad de todos los veteranos, puede bastar para hacer mucho daño este año.

Para terminar con el ataque, la línea ofensiva volverá a estar formada por un quinteto muy similar al del año pasado: Peters, Seumalo, Kelce, Brooks y Lane Johnson. Su rendimiento no fue malo ni protegiendo a Wentz ni abriendo puertas a la carrera, pero a Peters no les queda casi gasolina en la izquierda y Kelce ya no es el jugador de Pro Bowl de tres años atrás. La única novedad, Seumalo, elegido en 3º ronda del draft de 2016, sustituye a Allen Barbe, que a sus 33 años estaba amortizado y fue traspasado a Denver. No será raro que Stefen Wisniewski, el sexto hombre hasta ahora, consiga muy pronto la titularidad en el center o en el guard derecho. Johnson deberá ser el líder y lo lógico es que acabe cambiando de lado. Cada vez es más evidente que esa línea necesita una revolución, pero tendrán que esperar hasta la próxima offseason para hacerla.

Un front seven de lujo para Schwartz

Aparte del grupo de receptores, la gran inversión del equipo en los últimos meses ha llegado en el lado defensivo. Jim Schwartz, uno de los mejores coordinadores de la NFL, consiguió que fueran muy competitivos y agresivos durante el primer mes y medio, pero a partir de ahí entraron en barrena. Para empezar, eligieron en primera ronda del draft a Derek Barnett con el pick 14, un ‘edge’ que debería mejorar el número de sacks de un equipo que no tiene malas cifras en esa faceta, pero al que le faltaba un especialista. Con Barnett, la línea de cuatro de los Eagles se convierte en un lujo con tres jugadores elegidos en primera ronda. Además del rookie Barnett, tienen a Fletcher Cox, su auténtica estrella, y uno de los mejores tackles defensivos de la liga y a Brandon Graham, el otro defensive end. Han completado el póker con Timmy Jernigan, procedente de Baltimore, que al lado de Cox puede subir varios escalones. Detrás, Nigel Bradham, Jordan Hicks y Mychal Kendricks forman una línea de linebackers muy sólida y que rindió a muy buen nivel el año pasado.

Ronald Darby llegó in extremis para salvar la secundaria

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En secundaria los Eagles tienen muy bien cubiertas las posiciones de safety. Malcolm Jenkins y Rodney McLeod son dos jugadorazos. No sucedía lo mismo con los cornerbacks, donde pese a los refuerzos parecía seguir habiendo un tremendo agujero. Hasta mediados de agosto habían fichado en la agencia libre a Patrick Robinson, un primera ronda venido a menos, y en el draft eligieron a Sidney Jones en segunda ronda y a Rasul Douglas en tercera. Jones viene de una lesión de tendón de Aquiles y en 2017 aún no estará recuperado y quizá por eso insistieron con Douglas, porque necesitan ayuda ya. Sin embargo, un mes antes de comenzar la temporada decidieron solucionar el problema trayendo desde Buffalo a Ronald Darby, que en 2016 jugó muy bien en los Bills y confirmó las expectativas levantadas en su año de rookie. Ron Brooks, de vuelta de una lesión, y Jalen Mills, que no lo hizo del todo mal en su año de novato, completan un grupo lleno de incógnitas.

Con ese panorama, los Eagles han entrado en una dinámica peligrosa. Parecen un equipo con aspiraciones, pero que se sostiene sobre el alambre en un difícil equilibrio. Después de una primera temporada llena de detalles de clase, muy pocos dudan del talento de Wentz, pero su OL es una incógnita y el ataque se ha reforzado con jugadores muy veteranos a los que quizá les falte ambición para tirar de un proyecto emergente. Lo mismo sucede con la defensa, que de entrada parece muy poderosa contra la carrera, e incluso presionando al quarterback rival, pero con un grupo de cornerbacks por debajo de la media. Tantos desequilibrios y preguntas sin contestar no son muy buena señal y la sonrisa de felicidad de los aficionados por haber encontrado un quarterback franquicia puede convertirse en terrible enfado si el equipo no progresa como debe alrededor de su nuevo líder.

Mi pronóstico

Los Eagles no tienen a priori un calendario demasiado complicado. La clave de su temporada estará en sus cuatro primeros partidos como visitantes. Tendrán que ir a Washington, Kansas City, Los Angeles para enfrentarse a los Chargers y Carolina. Necesitarán ganar al menos tres de esos partidos para aspirar a playoff. Si su calendario parece asequible al principio, se vuelve durísimo tras el bye. Si no consiguen margen en septiembre y octubre, pueden terminar en debacle. Su techo de cristal debería estar en un récord 9-7 que difícilmente mejorarán y que no les servirá para llegar a playoffs.

 

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NFC Sur

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Previa New Orleans Saints

Previa Carolina Panthers

Previa Atlanta Falcons

NFC Oeste

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Previa Seattle Seahawks

Previa Arizona Cardinals

Previa Los Angeles Rams

Los Bills han protagonizado un caso de autoflagelación digno de estudio en las universidades de psicología. Hace exactamente tres años, en verano de 2014, tenía un equipazo magnífico en todas sus líneas al que solo le faltaba un quarterback. En serio, no es una exageración. Con una defensa monstruosa, un backfield poderosísimo y un buen grupo de receptores estaban a solo un pasador para empezar a dar guerra en playoffs. En vez de eso, Doug Marrone salió por patas de forma inexplicable, ficharon a Rex Ryan como entrenador y empezaron a reconstruir de cero.

Como era inevitable, Rex Ryan fue puesto en la calle y han fichado a Sean McDermott, antiguo coordinador defensivo de los Panthers, para intentar enderezar el barco. El nuevo general manager también ha llegado desde Carolina, se llama Brandon Beane y tiene por delante un duro trabajo para enderezar el rumbo de una franquicia que tiene por delante más interrogantes que certezas. Como coordinador ofensivo se han traído a Rick Dennison, mano derecha de Gary Kubiak durante muchos años, con lo que queda muy claro que van a poner en marcha un plan de juego cimentado en la carrera, y como coordinador defensivo llega Leslie Frazier, con una larga trayectoria en la NFL a todos los niveles.

Acto de fe casi infinita en Tyrod Taylor

El gran debate del inicio de la agencia libre fue qué podría pasar con Tyrod Taylor, su quarterback. Una de las razones que se barajó para despedir a Ryan antes del final de temporada fue que así podrían sentar Taylor, como así sucedió en el último partido, para evitar lesiones y poder cortarle sin problemas en la agencia libre. Sin embargo, el nuevo staff ha decidido seguir confiando en él como quarterback del equipo y el debate a favor y en contra se ha reabierto de inmediato.

Taylor no deja a nadie indiferente. O le adoras o le odias. Y ya os aviso de que yo formo parte del segundo grupo. En sus dos años como titular ha llegado a las 3.000 yardas de pase a duras penas, ha lanzado muy poquitos pases de touchdown aunque también muy pocas intercepciones. Tiene una habilidad sorprendente para conseguir jugadas de ‘highlights’, pero el motivo fundamental de ello está en su inseguridad para pasar. Sí, os hablo de un quarterback que tiene pánico a lanzar el balón. ¡Inaudito! Que solo lo hace cuando está muy seguro de completar, que tiene una puntería lamentable, que rara vez completa más de 20 lanzamientos en un partido y que en contadas ocasiones supera las 200 yardas de pase. No puedo negar que corre bastante bien, pero más por inseguridad y miedo a soltar el balón que por otra cosa. Entiendo que el siguiente párrafo debería escribirlo alguno de los que consideran bueno a Taylor explicando sus razones, pero no tengo ninguno a mano pese a que también tiene grandes valedores entre los seguidores del equipo, que le ven y analizan snap tras snap, partido tras partido. Algo habrán visto que a mí se me escapa.

En manos de LeSean McCoy

Con ese panorama, los Bills han sobrevivido con su juego de carrera, y con Dennison como coordinador ofensivo parece que ese seguirá siendo el guión. LeSean McCoy tuvo en 2016 una temporada monstruosa bien apoyado por Mike Gillislee y por las carreras de Taylor. Entre los tres sumaron 2424 yardas y los Bills tuvieron el mejor ataque terrestre de toda la NFL… junto al tercero peor por aire solo por delante de Rams y 49ers, que tiene tela. Pero este año no estará Gillislee, que se ha marchado a New England, no han buscado refuerzos ni el el draft ni en la agencia libre y tendrán que darle galones al joven Jonathan Williams, que en su año de rookie fue poco más que un espectador. Han fichado dos fullbacks, PatrickDiMarco y Mike Tolbert, que pueden ser importantes si McCoy se mantiene sano, pero no valdrán para nada si el corredor se lesiona.

Un grupo de receptores lleno de incógnitas

En el juego de pase han invertido bastante más. Eligieron a Zay Jones en segunda ronda del draft y ficharon a Rod Streater, Corey Brown y Andre Holmes en el mercado. Viendo el panorama, incluso parece que echarán de menos a Robert Woods. Y más ahora que han mandado a los Rams a Sammy Watkins, su receptor estrella, y se han traído de los Eagles a Jordan Matthews, que no cubre la baja ni de lejos en un movimiento que parece confirmar que dan esta temporada por perdida y se disponen a hacer ‘tanking’ acumulando rondas altas y buscando su quarterback de futuro en el próximo draft. Streater y Holmes me gustaron mucho en sus primeros tiempos en Oakland y creo que tienen mucho más talento del demostrado desde entonces, pero Tyrod Taylor no es el quarterback ideal que haga brillar a sus receptores. Con todo, lo más probable es que Charles Clay, el tight end, siga siendo el segundo mejor receptor del equipo, lo que dice bastante sobre cómo están las cosas. Para terminar con el ataque, la línea ofensiva es sólida con Cordy Glenn (LT), Richie incognito (LG), Eric Wood (C) y John Miller (RG). El único problema estaba en el tackle derecho y para cubrir ese hueco han elegido a Dion Dawkins en segunda ronda del draft.

La secundaria con parches de circunstancias

En defensa los Bills han tenido varias bajas decisivas. La más importante es la de Stephon Gilmore, su cornerback estrella, que se ha marchado a New England. La siguiente es la de Zach Brown (LB), que en su único año con Buffalo estuvo monstruoso después de 4 años vulgares en Tennessee. La última corresponde a Aaron Williams, su strong safety, que fue definitivamente cortado tras sufrir otra lesión que le hizo perderse gran parte de la pasada temporada. Lo más dañado con esas bajas ha sido la secundaria y, sobre todo, la posición de safery. Han fichado a Jordan Poyer (FS) y Micah Hyde (SS), que probablemente sean titulares de inmediato, pero parecen más un parche de circunstancias que una solución de futuro. En la posición de cornerbacks, Ronald Darby tampoco estará, porque ha sido traspasado a los Eagles, y aunque se han traído a E.J. Gaines desde los Rams, en el campo saldrán perdiendo con el cambio aunque hayan ganado una tercera ronda del draft por el camino. Además han elegido a Tre’Davious White en primera ronda del draft y han fichado a Leonard Johnson. El joven Kevon Seymour completa un grupo demasiado novato para garantizar solidez.

Un front seven con mucho potencial por demostrar

El front seven, que volverá al clásico 4-3, mantiene pese a ello muchos de sus nombres. Shaq Lawson, su elección de primera ronda, fue una decepción entre lesiones y rendimiento. Sin embargo, este año puede resurgir porque el sistema con cuatro en la línea se adaptará mejor a sus virtudes. Marcell Dareus es un magnífico tackle y seguramente estará acompañado por Adolphus Washington, elegido en 3ª de 2016, y que quitará protagonismo a un Kyle Williams que ya está en la cuesta abajo a sus 34 años. Jerry Hughes completará el cuarteto reubicándose desde el linebacker al end con el cambio de sistema. En el grupo de linebackers, lo de Lorenzo Alexander el año pasado fue increíble. A sus 33 años consiguió 12,5 sacks cuando en sus nueve temporadas anteriores combinadas había sumado 9. Lo complicado será que mantenga el listón tan alto. Reggie Ragland, que se perdió la temporada pasada entera después de ser elegido en segunda ronda del draft, tendrá por fin la oportunidad de demostrar que es un middle linebacker de los que asienta y da enjundia a un front seven si le respetan la lesiones. El otro puesto de titular posiblemente sea para Gerald Hodges, recién llegado desde San Francisco, pero no hay que olvidar a Preston Brown, que fue titular el año pasado en el interior y también tendrá protagonismo. De entrada, todos forman un front seven que quizá no asuste mucho, pero con talento suficiente para hacer daño si Sean McDermott da con la tecla para montar un puzzle con muchos jóvenes llenos de talento.

Vistos todos sus poderes, da la impresión de que los Bills volverán a depender del rendimiento de LeSean McCoy por encima de cualquier otro factor. En realidad, lo mismo que pasó el año pasado, cuando la mayoría de las siete victorias del equipo llegaron tras actuaciones monstruosas del corredor. Tyrod Taylor tiene que mejorar muchísimo para que ese ataque aéreo tenga consistencia y un mínimo de peligro más allá de grandes jugadas puntuales. Por su parte, la defensa está plagada de jugadores muy jóvenes que si evolucionan como esperan en Buffalo conformarán un ataque terrible en 2018, pero que ahora difícilmente tendrá el empaque para plantar cara a los mejores de la liga.

Mi pronóstico

Los Bills llevan 17 años sin clasificarse para playoffs y dentro de pocos meses llevarán 18. Casi siempre han conseguido moverse en récords más o menos equilibrados que les han impedido buscar un quarterback franquicia en el draft. Pero tranquilos, este año van a romper esa racha y tocarán con la punta de los dedos pick 1. Su problema será que los Jets están en su misma división y parecen todavía peores. No creo que los Bills consigan más de 3 o 4 victorias en un calendario en el que tienen muy mala suerte porque se enfrentarán a sus rivales más asequibles lejos de Buffalo.