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La crisis del coronavirus nos recuerda algo que damos por sentado: el deporte, sin aficionados, no vale la pena. Le falta alma.
PorMarina Ortiz
Mariano SánchezSergio Mancilla
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La crisis del coronavirus nos recuerda algo que damos por sentado: el deporte, sin aficionados, no vale la pena. Le falta alma.
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