La irrupción de Dak Prescott y Ezekiel Elliott como quarterback y corredor titulares en su año de rookie, dio una nueva dimensión a un equipo que debería seguir por esa misma senda.
El comisionado de la NFL, Roger Goodell, podrá seguir en su trono el tiempo que quiera mientras consiga que el espectáculo de la NFL no decaiga.
Un tridente estupendo de receptores y un front seven reconstruido convertían a los Dolphins en gallito de la Americana hasta que Ryan Tannehill se lesionó para todo el año.
Otro cambio de entrenador y de general manager para iniciar un enésimo proyecto de reconstrucción con muchas jóvenes promesas... y el mismo ¿quarterback?
Parece que la prioridad de Los Angeles Rams, y su única misión para 2017 es examinar a Jared Goff para valorar si puede ser un quarterback de futuro. Todo lo demás es secundario.
El cambio de general manager ha hecho que la franquicia apriete el acelerador de una reconstrucción que, salvo sorpresa, necesitará otro año para ser efectiva.
Los Patriots han fichado estrellas en la agencia libre para formar un equipo aún más temible que el que ganó la Super Bowl y que quiere exprimir al Brady hasta la última gota.
Los Jets han trabajado a fondo para reinventar su secundaria, pero han dejado en ruinas el resto del equipo en busca del número 1 del draft sin complejos para reconstruirse en 2018.
Los Lions necesitan mantener la disciplina, al mejor Stafford, al mejor Abdullah y al mejor Ziggy Ansah si pretenden ser por fin competitivos en el momento de la verdad.
El año pasado irrumpieron como uno de los grandes de la conferencia americana, pero la lesión de Derek Carr, su quarterback, dejó al desnudo las costuras del proyecto.
Con un nuevo staff y muchas dudas en el puesto de quarterback, los Broncos reiniciarán un nuevo proyecto en el que ya tienen bastante trabajo adelantado.
Kyle Shanahan ha conseguido que los ataques a su cargo hayan jugado por encima de sus posibilidades, pero en San Francisco se enfrenta a un reto más difícil todavía.
El año pasado fueron víctimas de una sucesión interminable de errores puntuales y este año parece que la plantilla ha perdido profundidad y ganado demasiada edad.
Pete Carroll parece estar apurando las últimas gotas de sangre de este proyecto deportivo antes de acometer una reconstrucción que no puede esperar mucho más.
Dan Quinn se ha centrado en construir una defensa potente en previsión de que la marcha de Shanahan pueda afectar al rendimiento de su potentísimo ataque.
Los Panthers parecen cogidos por alfileres en varias posiciones clave y dependerán de que todo se les ponga de cara y de que Cam Newton recupere el nivel de 2015.
Los Saints son todos los años mucho mejor equipo que el récord con el que acaban la temporada. Quizá haya que empezar a pensar que el problema sea Sean Payton.
Los Buccaneers han conseguido receptores de sobra, y han invertido en secundaria, para regresar a los playoffs después de nueve años de reconstrucción y sequía.
Los Bears tienen un equipo mejor de lo que parece, un entrenador de vuelta de todo y una reconstrucción pendiente de la irrupción de su quarterback franquicia, Mitch Trubisky.
Un buen draft puede solucionar los agujeros con estrellas jóvenes, pero no está claro que este año adquieran suficiente madurez para dejar de depender tanto de San Aaron Rodgers.
Si la línea ofensiva reconstruida responde mínimamente, los Vikings pueden aspirar a todo con Bradford más protegido y el novato Dalvin Cook resucitando la carrera.
Los Redskins han hecho una gran inversión en defensa aunque, aparentemente, su ataque podría volver a sumar muchísimas yardas, pero menos puntos de los debidos.
Los Eagles han reconstruido con un buen draft, pero también fichando un puñado de jugadores veteranos que ocuparán posiciones clave cuando quizá ya estén de vuelta.