El miércoles, cuando marcó su gol, que era el tercero, Marcelo corrió hasta Zidane para ponerse de rodillas ante él, y luego abrazarle. Fue un gesto curioso, una forma de reconocimiento.
PorAlfredo Relaño
David F. Sanchidrián
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El miércoles, cuando marcó su gol, que era el tercero, Marcelo corrió hasta Zidane para ponerse de rodillas ante él, y luego abrazarle. Fue un gesto curioso, una forma de reconocimiento.
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