El régimen del deporte
El 31 de octubre, se vivió un hecho histórico en Arabia Saudita. Por primera vez dos mujeres pudieron subir a un ring para protagonizar un espectáculo deportivo. Natalya y Lacey Evans, luchadoras de la WWE, fueron las protagonistas del suceso; eso sí, ambas tuvieron que lucir un vestuario que tapara todo su cuerpo en lugar de sus atuendos habituales.
No fue la primera vez que algo similar ocurrió en un país musulmán. En 2017, la WWE realizó un evento en Emiratos Árabes, en el que participaron Alexa Bliss y Sasha Banks. También tuvieron que usar un traje de cuerpo completo que solo les permitía mostrar las manos y la cabeza, como lo permite la ley en aquellas naciones.
Arabia Saudita es un país conocido por su aplicación de la versión más estricta de la ley islámica. Es un país con severas restricciones para las mujeres; de hecho, la nación ocupa el lugar 141 de 149 en el Reporte de Equidad de Género del World Economic Forum. La palabra de un hombre vale el doble que la de una mujer. Además, el Índice de Libertad de Freedom House tampoco sitúa en una posición honrosa al 'Reino del Desierto'; es el 151° país más libre de 159 que integran su último informe.
En los últimos años, Arabia Saudita ha emprendido reformas económicas y sociales, impulsadas por el príncipe heredero Mohammed Bin Salman. Desde 2017, las mujeres ya pueden viajar, conducir o someterse a una cirugía sin permiso de su tutor masculino. Sí, en Arabia Saudita las mujeres deben atenerse a la vigilancia de un 'tutor'. No obstante, aún no pueden usar transporte público, lo cual, antes de tener derecho a conducir, significaba un gran problema. El primer destello de luz llegó hasta 2012: no fue sino hasta los Juegos Olímpicos de Londres cuando las mujeres pudieron representar por primera vez a Arabia Saudita.
Esta realidad nos parece muy ajena, pero pone en perspectiva la importancia de lo ocurrido aquella noche del 31 de octubre el ring. En un país donde las mujeres tienen que vivir tapadas, llegan dos atletas a pelear en un cuadrilátero y a presentar un espectáculo familiar a la par de una cartelera de hombres.
Hace un mes, en un partido de eliminatoria para el Mundial del Catar 2022, las mujeres iraníes pudieron entrar a un estadio luego que las autoridades les permitieron el ingreso por primera vez en décadas. La medida ocurrió debido a presiones de la FIFA, en el marco de su nuevo modelo de derechos humanos. 4,000 boletos fueron asignadas a las aficionados, cuyo acceso al estadio estaba prohibido desde 1979, año de la Revolución Islámica. Las autoridades proveyeron medidas especiales de seguridad y mujeres policías para el partido en el que Irán goleó 14-0 a Filipinas.
La FIFA, el Comité Olímpico Internacional, la Federación Internacional de Atletismo, entre otros organismos del deporte internacional, han participado activamente en garantizar la apertura. Además de que están cumpliendo una función social importante, al velar por los derechos humanos, el mercado árabe es muy atractivo para el negocio deportivo. Hay mucho dinero, deseo de invertir, y la tentación de utilizar al deporte como propaganda de la nació. A través del deporte, Arabia Saudita ha querido limpiar su imagen internacional y dar pasos hacia el progreso. Vendrá el Mundial en Catar, donde esta dinámica volverá a repetirse.
La Liga y la Real Federación Española han tratado de llevar la Supercopa de España a Arabia Saudita, que tendrá un nuevo formato, lo cual representaría ingresos fijos de 30 millones de euros por un par de partidos. Sin embargo, hasta ahora no ha sido posible confirmar el encuentro porque entra la polémica de llevarlo a un país donde las mujeres son pueden ser castigadas con latigazos o, incluso, ser asesinadas si osan con rebelarse al sistema. Y no sólo las saudíes, también las turistas.
En muchos países se sigue peleando por la igualdad de las mujeres en varios frentes. Uno de los más notorios es la equidad salarial. Por ejemplo, en México llevamos apenas un par de años con una liga profesional del futbol femenil y ahora el deporte empieza a penetrar en países donde la cultura y la religión prohíben los derechos fundamentales y juegan con la dignidad de las personas. Arabia Saudita es un ejemplo extremo, pero la lucha se repite en casi todo el mundo.
Como sociedad deberíamos de señalar y estar en contra de que cualquier cultura o religión que pase por encima de los derechos humanos, de la integridad, o la libertad de las personas. No hay justificación de ningún tipo.
Me da gusto que el deporte esté rompiendo estos esquemas, que haga historia y permeando en una conciencia colectiva para la educación y apertura, tanto de la cultura occidental como la oriental. Hay vida más allá de ciertos regímenes y debemos valorar a las vidas que lo padecen.
El pasado jueves se vivió en Arabia Saudita un hecho histórico que debemos de saborear todos, se vivió el deporte en su sentido más puro: unir y sacar lo mejor de las personas. El deporte abriéndose paso entre la cerrazón. El deporte contra el régimen.