Más que un club
Este fin de semana se debió de haber jugado el clásico entre Barcelona y Real Madrid. El partido tuvo que ser aplazado por cuestiones de seguridad, política y sociales. Es el juego más importante a nivel mundial, porque tiene muchísimo peso por sí mismo; por lo que es y no por lo que está en juego.
Barcelona lleva varias semanas viviendo olas de violencia. Un sector de independentistas han tomado su causa como bandera. Literalmente, tienen a Barcelona en llamas. Más allá de ideas políticas y posturas de cada quién, el problema trasciende lo deportivo. El Barça no tiene por qué tener una postura política, no todos los aficionados culés pensamos igual. Es un club deportivo, no es maquinaria de propaganda.
El Barça es uno de los clubes más grandes, poderosos y ganadores del mundo. La afición y la expectativa que genera no conoce límites geográficos. Incluso viéndolo desde un punto de vista mercadológico, que el club tome una postura política es una mala estrategia, más si ahora hay grupos defendiendo esa causa vandalizando su ciudad. Al fijar una posición, está que varios aficionados se sientan ajenos al equipo. Les dejan la sensación de que les están robando a su equipo. Nos están secuestrando el club.
Las ideas de los individuos que integran la institución no tienen por qué convertirse en la postura oficial del club. La institución tiene que estar por encima de eso. Usar ese poder y esa influencia para la causa de algunos solo mancha y limita al club, que es un escaparate muy grande y Bartomeu, un presidente muy pequeño; vive bajo muchas presiones de grupos que tienen tomada a la institución como rehén político.
Más de 600 millones de personas alrededor del mundo sintonizan el Clásico del mundo, no solo de España. El haberlo aplazado con la situación que se vive fue una costosa, pero buena decisión. Los violentos iban a usar el partido, era la ventana perfecta, la oportunidad de un escándalo con repercusión mundial a cualquier precio. Eso sí, ya ha habido amenazas para la re-programación del 18 de diciembre. El 1° de octubre de 2015, día del referéndum por la independencia en Cataluña, el partido entre Barcelona contra La Unión Deportiva Las Palmas se jugó a puerta cerrada en el Camp Nou. Aún así, hubo espontáneos. Eso mostró qué tan metido está el club en este tipo de temas.
La ciudad y Cataluña ya están divididas. El club no tiene por qué estarlo. El Barça no tendría que ser político, no debería ser un rehén; debe de ser unión, debe de ser universal, debe fomentar los valores y ser ejemplo para su ciudad y el mundo. El Barça tiene que ser más que un club.