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MUNDIAL 2018

La otra forma de “regatear”: mexicanos se lucen en Izmailovo

Los aficionados mexicanos demuestran sus grandes habilidades en el mercado ruso, donde regatean con los vendedores al puro estilo de la CDMX.

Moscú
La otra forma de “regatear”: mexicanos se lucen en Izmailovo
César Huerta

Es temprano y ellos, con sus camisas argentinas, ignoran que más tarde su selección habrá de ser eliminada de la Copa del Mundo. Por eso, cuando caminan por ese largo andador, con miles de objetos en venta, hablan con orgullo con un par de mexicanos. “Regates los de Messi, viste”, afirmó uno de los sudamericanos.

Lo que no saben, es que los mexicanos saben bien de lo que hablan cuando dicen regatear. Recorren con paciencia el Mercado Izmailovo, uno de los puntos más tradicionales de Moscú. Ahí, se puede encontrar todo lo que cualquier turista ha soñado y mucho más: desde las tradicionales matrioshkas, pasando por los gorros rusos, boinas del ejército, camisetas, cajas musicales, imanes o cualquier tipo de recuerdo de la ciudad.

Mercado de Izmailovo
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Mercado de IzmailovoCésar Huerta

Para el mundo futbolístico, “regatear” es la palabra que define al acto de driblar, con habilidad, para sacarse rivales de encima. Pero en México, el mismo término tiene otra definición: se refiere a la capacidad de negociar con un comerciante a fin de conseguir, como cliente, un precio de mucha mayor conveniencia.

Y en Izmailovo se mueven como peces en el agua. Como si regatearan en San Juan de Dios, en Guadalajara, o en La Lagunilla, de la Ciudad de México. En tierra mundialista, hacen lo mismo, porque hay muchos souvenirs que comprar y un presupuesto que cuidar.

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Uno de los tantos mexicanos ahí entabla una conversación con el dueño de un puesto que sabe lo básico en español para atender a los clientes. Es el estira y afloja para bajarle el precio a una matrioshkas. El costo original: 2,000 rublos, poco menos de 700 pesos.

- Lo más barato, amigo: 1,500.

- ¿Y de dos?- pregunta el hombre con camiseta verde.

- 4,000.

- No, pos’ ¿cómo? Una en 1,500 una y de dos 4,000.

- No: 1,500 y 1,500, entonces 3,000.

- Pos’ me dices que 4,000.

Lo dicho, el ruso sabe lo básico de español, pero a veces el entendimiento se dificulta. Pero tras lograr un acuerdo, la transacción se realiza: 3,000 rublos por dos matrioshkas. Es el puesto que tiene algunas de las más peculiares, incluida una de Javier Hernández, que dentro tiene a otros jugadores mexicanos: Guillermo Ochoa, Andrés Guardado, Hirving Lozano y Carlos Vela.

Y como él, muchos más. No hay mexicano que se resista a la tentación de utilizar sus habilidades para regatear. Mejor que Messi, incluso. “Está bien chingón, la neta, porque encuentras de todo: que las matrushkas, que los gorritos, vimos un ajedrez de matrushkitas y la comida se ve buena. Hay que regatearle porque los precios sí están medio manchaditos. Aparte no nos cuesta trabajo, sabes que allá en México somos expertos”, concluyó otro aficionado que porta con orgullo su sombrero charro.

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