100 HISTORIAS DE LOS MUNDIALES | 30
De rey a mendigo: España y la peor goleada a un campeón
Al Campeón le tocó rendir tributo a quien fue su víctima cuatro años antes. Aunque el ser evidenciado y humillado no lo tenían presupuestado.
El inicio del Mundial siempre es una fecha marcada, esperada por meses y planificada minuciosamente para disfrutar el máximo banquete que ofrece el fútbol. El calendario mundialista se vuelve tu agenda personal y apartas los duelos más importantes para ese encuentro contigo mismo a través del balón. A pesar de ser lo más maravilloso que el fanático pueda atestiguar, el fútbol siempre te deja sorpresas que por más que analizas, revisas e intentas negar, no puedes echar atrás. Así fue el debut del Campeón en 2014. La presentación del entonces monarca mundial y bicampeón de Europa en Brasil.
Las ironías por lo regular acompañan muy de cerca el rodar del esférico y al acomodo de los cruces para las competencias importantes. España se presentaba en las místicas tierras amazónicas frente a quien fue su víctima cuatro años antes en la final, contra quien alzó su primer título mundial. El banquete era sin igual para la afición, aunque si eras de La Furia o de La Oranje, el nerviosismo te recorrería durante 90 minutos, te inundarían sentimientos por un lado con sabor a venganza y por otro de consolidación que sólo el ganador puede presumir.
Aquel juego en tarde de viernes en Salvador de Bahía arrancó con la intensidad que sólo el máximo nivel futbolístico puede ofrecer. Los dirigidos por Vicente del Bosque tuvieron el control del balón y un par de llegadas en los primeros minutos. Holanda respondió con disparo de Robben que Casillas atajó mano a mano.
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Minutos después, Xavi dio pase a profundidad como nos acostumbra. Dejó en situación de gol a Diego Costa, quien en su enganche hacia el centro cayó al césped. Nicola Rizzoli marcó pena máxima, para que Alonso abriera el marcador al 27’. Todo parecía según el plan del Campeón, pero Van Persie igualó el marcador con remate en plancha perfecto, golazo digno de Campeonato Mundial segundos antes del descanso.
Después del entretiempo, la selección monarca no salió al césped. En su lugar aparecieron 11 futbolistas que el mundo nunca había visto. Un Xavi que parecía Xavi pero que no tenía el toque de Xavi. Un Ramos que en su playera decía Ramos pero que no tenía el empuje de Ramos. Un Casillas que lucía el gafete de capitán de Casillas pero que erró de forma tan inocente, como no lo haría Casillas. El talento que no saltó a la cancha por los españoles, pudo haber sido absorbido por los holandeses rivales para desatar unas de las goleadas más icónicas del fútbol reciente.
Robben pudo bajar el balón dentro del área después de un pase largo, para encarar a Ramos y a Piqué al mismo tiempo y batir a Casillas sin dificultad. Van Persie reventó el horizontal minutos después sin defensa que lo estorbara. De Vrij apareció en segundo poste para aprovechar que Iker no midió bien el balón por alto y la tibia marca de Azpilicueta. La incertidumbre de La Furia estaba apenas dando sus primeros indicios de desconcentración.
Cuando algo puede salir mal, seguro saldrá mal. Era lo que se percibía en la zaga que vestía de blanco ante los ataques de Países Bajos. La debacle, la caída de un ícono, de un líder e ídolo, llegó para el insuperable 4-1. Un balón retrasado no lo pudo controlar Casillas. Van Persie lo robó y marcó con el arco desguarnecido para sentenciar el inicio del ocaso en la carrera de Iker. Por si faltara algo más, Arjen se aprovechó en los minutos finales para recortarlo en el área y poner el definitivo 5-1. La venganza estaba consumada. El Rey se volvió mendigo en 90 minutos.
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Las caras largas, las críticas de los diarios, los memes en redes sociales se resumían en la peor goleada que ha sufrido un campeón vigente en un mundial. La maquinaría que parecía perfecta terminaba por sufrir daños que tal vez eran ya irreparables: el recambio de una generación. España no se pudo recuperar durante el Mundial de aquel duro golpe. Su prematura eliminación en fase de grupos a manos de Chile reveló cansancio, desánimo, falta de fuerzas para mantenerse en lo más alto del planeta. La dorada generación de dos Eurocopas y un título mundial llegaba a su fin.
A pesar de ello, aún hay quien dice que, si para salir Campeón del Mundo era necesario sufrir, ser evidenciado por su víctima y quedar eliminado en fase de grupos cuatro años más tarde, la penitencia la pagaba sin lugar a dudas. Tal vez ese puede ser el tributo a sufragar por ser Campeón.