Que los enfrentamientos sean deportivos
Hace una semana Putin decidió invadir Ucrania. Hecho que ha conmocionado al mundo y nos ha unido a todos en anhelo por la paz. En lo personal, me parece muy absurdo el pensar que hace dos años estábamos aislados y combatiendo a la distancia como humanidad a un virus y que ahora, en pleno siglo XXI, puedan existir este tipo de acciones; si algo nos ha enseñado la historia es que solo generan pérdidas y tienen consecuencias atroces.
FIFA tardó un par de días, pero en un comunicado oficial condenó las acciones dirigidas por Putin y en principio declaró que la selección rusa deberá jugar bajó el nombre de “Unión de Fútbol de Rusia”, sin bandera y sin entonar su himno en ningún partido. Ahora están fuera del Mundial de Qatar y de cualquier otra competición oficial.
Las selecciones de Inglaterra, Holanda, República Checa, Dinamarca, Suecia, Gales y Polonia que están por disputar el repechaje para el Mundial de Qatar, se han negado a jugar contra la selección de Rusia en solidaridad con Ucrania. El gobierno británico quiere usar a la Asociación de Fútbol para obligar a FIFA a tomar medidas todavía más duras; quieren que se elimine en su totalidad a cualquier equipo que represente a Rusia. Esto me hace pensar en el Chelsea, equipo financiando en su totalidad por un oligarca ruso, Roman Abramóvich, quien según reportes estaría sopesando la idea de poner al equipo en subasta. Esto me hace pensar que, como en cualquier decisión política, no todos los rusos están de acuerdo con la invasión a Ucrania.
La UEFA, por su parte, ha decidido cambiar la sede de la final de la Champions designada este año a jugarse en San Petersburgo. París tendrá ahora la final del torneo más importante a nivel de clubes. Dicha decisión encontró reacción en el Kremlin: "Es una vergüenza", dijo el portavoz del gobierno ruso, Dmitri Peskov. "San Petersburgo estaba en condiciones agradables y confortables para la celebración de esta fiesta del fútbol".
El fútbol es un reflejo de la sociedad y, por lo tanto, no es ajeno a temas políticos. El deporte ruso lleva muchos años manchado; el tema del doping, que además fue apoyado y encubierto por el gobierno, ya hizo que en Tokio 2020 no ondeara la bandera rusa ni se pudiera escuchar su himno.
El deporte es identidad nacional y Rusia se está quedando sin ella porque el gobierno quiere estar por encima de otros países y su autonomía. Ojalá dejara de existir el término guerra. Ojalá midiéramos lo absurdo y costoso de las invasiones. Ojalá que los enfrentamientos entre países fueran solo deportivos.