Las grandes rivalidades deportivas forjan la historia
El último Clásico español más dependía más que nunca de Messi, no solo por ser el mejor jugador en la cancha, sino por las circunstancias con las que llegaba cada equipo al encuentro. En dos semanas han dado vuelcos donde parecía que habían perdido o ganado la temporada. Ambos equipos venían de jugar malos partidos de Champions y no recuerdo un Clásico en el que llegaran en mal momento.
El Madrid parece no saber cómo terminar las jugadas. La falta de gol es clarísima en un equipo en el que su máximo anotador, Benzema, suma 13 tantos en todas las competiciones. Al francés lo sigue Ramos, un defensa. El Barcelona está falto de ideas y de recursos; es un equipo predecible, poco vertical y tiene a sus estrellas amarradas y limitadas para dar un chispazo de creatividad.
Más que nunca se dependía de Messi, de un Messi que parece cansado físicamente. Esta temporada ha peleado más contra la directiva que contra los rivales en el campo. Nos tenía acostumbrados a brillar en partidos contra el acérrimo rival. En 43 partidos contra el Madrid, ha marcado en 26 ocasiones. Es su cuarta víctima favorita por detrás del Sevilla, el Atlético y el Valencia. El último gol de Messi al Real Madrid fue en la temporada 2017- 2018 cuando acabaron 2-2. La última asistencia la consiguió ese mismo curso, en la victoria culé 0-3 en el Bernabéu.
La sequía de Messi en el partido más importante de la Liga coincide con la salida de Cristiano Ronaldo, quien, por cierto, viajó el domingo y disfrutó del encuentro en un palco del estadio madridista. Al Madrid le hace falta el portugués, a Messi le hace falta Cristiano, y a Cristiano le hace falta su exequipo y 'La Pulga'. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Estaban tan acostumbrados a vivir en una burbuja de competitividad, de buen fútbol, de récords y números, que no solo pasaron a la historia, sino que orbitaban fuera de este planeta. Sin duda se debía a su talento, a su equipo y, sobre todo, a su rival.
Cuando la vara sube, el nivel de competición crece. Sin buenos rivales el juego se vuelve aburrido, pierde pasión y sentido. Se extrañan, se necesitan esos clásicos pasionales, esa carrera igualada por el 'Pichichi' con números espectaculares (Cristiano rompió el récord de Hugo en 2011, con 40; y Messi lo quebró al año siguiente, con 50). Esa manera de sorprendernos cuando pensamos que ya no había más allá.
Que Cristiano Ronaldo y Lionel Messi coincidieran en el tiempo y en la misma liga fue lo mejor para su carrera. Que militaran en los equipos rivales fue sublime para el fútbol y para nosotros como aficionados.
Deben de agradecerse eternamente, porque en las grandes rivalidades deportivas se forja la historia.