Los niños mundialistas
México jugó nuevamente la final del Mundial Sub 17, con lo que se consolidó uno de los mejores equipos de la categoría en la última década. Esto no es un triunfo menor y, antes de quedarnos con el “no era penal” que nos hizo sobrevivir casi un lustro con la selección mayor, del VAR, de la localía de Brasil o argumentar un complejo de inferioridad, vamos a dar análisis a cosas realmente importantes.
El trabajo de México en esta categoría ha sido excepcional. Ha disputado cuatro finales que han generado dos títulos, todo a partir de 2005, año de “la primera generación de oro”. Hay que considerar que, por el límite de edad, cada año se tiene una generación, un equipo completamente nuevo, así que la constancia mexicana toma más relevancia; no es producto de la suerte, es un sistema y una circunstancia que esta ayudando.
El fútbol es el deporte nacional en México, el que la mayoría de los niños juegan y tienen interés. Es relativamente barato de practicar, por lo que el universo para que aparezcan jóvenes con capacidades y talento es amplio. Los jóvenes empiezan una carrera con mucha hambre y pocos vicios. Eso siempre ayuda. Se dice mucho que cuando el propio Messi entra en una crisis, le tienen que recordar el gusto por jugar para que pueda salir de ella y vuelva a sentir la pelota y el juego como cuando era un niño.
Gracias a la regla de extranjeros en el fútbol mexicano, estos niños tienen pocas oportunidades y pocos minutos, lo cual es un problema para pensar en un plan de desarrollo a largo plazo, pero es una ventaja que les da más tiempo de trabajo para un mismo objetivo, además de que se reducen riesgos como las lesiones, presiones o distracciones. Tienen todo el tiempo para pensar en el Mundial y una ventana inmensa para demostrar sus habilidades.
Ser potencia en la categoría Sub 17 es algo maravilloso, es mucho más de lo que teníamos hace 10 años futbolísticamente hablando. Pero, claro, somos mexicanos y queremos más. ¿Qué pasa con estos jóvenes? ¿Por qué las generaciones doradas no brillan más allá? ¿Por qué no podemos llegar a un quinto partido en un Mundial absoluto cuando somos bicampeones Sub 17?
Las respuestas son muchas. Esto no es un problema exclusivo de México. Si analizamos a los máximos ganadores de la categoría Sub 17, nos damos cuenta que son países que tampoco logran desarrollar talento que los haga convertirse en potencia. Nigeria es el país más ganador, con cinco títulos mundiales de la categoría; con el obtenido el fin de semana, Brasil es segundo, con cuatro; en tercer lugar están empatados México y Ghana, con dos cada uno. Y para cerrar el top 5 tenemos a Rusia y Arabia Saudita. Esto no es casualidad, algo está pasando en el deporte que no permite el desarrollo de promesas y las razones son múltiples, algunas se comparten y otras son muy especificas para cada país.
En México existe un filtro muy importante antes de la Primera División: los promotores, un tema que limita o, incluso, anula carreras. Es la aduana entre el sueño del niño y el trabajo del profesional. Mucho talento se ha perdido porque la prioridad es el negocio. Un claro ejemplo de esto es que, hoy por hoy, los equipos que más aportan a las selecciones juveniles son Chivas, Pachuca y Atlas. El presente de los tres clubes en el torneo mexicano no es el más favorable. Ninguno de los tres se encuentra en zona de Liguilla. Es decir, tienen un semillero de talento que se queda olvidado y no es redituable para el club.
Por otro lado, están los esfuerzos en desarrollom tanto futbolístico como físico, emocional y mental. Un niño puede parecer un superdotado a cierta edad y el hecho de que después los demás lo alcancen, no es necesariamente una falta talento, sino de desarrollo. Aquí entran las lesiones, el hambre del jugador, su circunstancia familiar, social, económica. La capacidad de soportar la presión, el fracaso, la frustración. El seguir reglas, el adaptarse a un sistema e, incluso, la suerte.
Son muchísimos los factores que pueden entorpecer o favorecer el desarrollo de un niño hacia la vida profesional de un futbolista. Eso no quita el gran trabajo que México está haciendo, un modelo de éxito que se debe seguir impulsando y se debe de emular en otras categorías. La Sub 17 no es producto de la casualidad, estos son los niños mundialistas.