Capello, Setién: la Reunión del Fútbol Mexicano tras bastidores
La Semana del Fútbol Mexicano ha visto desfilar a técnicos, directivos, invitados célebres y hasta mascotas de los equipos en un ambiente distendido.
El Hotel Iberostar de Cancún es un desfile de luminarias. Eso sí, algunos transitan a toda velocidad para sortear a los medios de comunicación. Otros aprovechan las distracciones para colarse entre los cordones y la mayoría evitan a toda costa el contacto directo con la prensa y acceden a la Reunión en el centro de convenciones por la parte trasera, desde la zona de albercas del hotel, amparados por la seguridad del mismo. El pasillo que conecta el lobby con el salón de reuniones es un campo de batalla de periodistas, camarógrafos y productores que acampan y resisten a pie firme durante horas en espera de que un directivo o entrenador asome la nariz. Las charlas furtivas. El sol a plomo y la suave brisa de la noche. Los guardias de seguridad que persiguen los periodistas que burlan sus dominios. Los periodistas en petit-comité para cotejar, por sí mismos, sus propios hallazgos, o rumores que alguien ha sembrado. Las certezas escasean, como las palabras de los personajes principales. 'Garritas', la mascota de León, aparece para alimentar a las ávidas cámaras, mientras Jesús Martínez, dueño de los Tuzos de Pachuca, amaga con atender a la prensa y luego encamina en dirección contraria.
Una pantalla en la sala de prensa emite todas las ponencias de la Reunión, que versan sobre los proyectos de formación, el impacto de la mercadotecnia y las métricas en redes sociales y televisión en el desarrollo de los clubes, las últimas modificaciones al reglamento del juego, liderazgo y la preparación física como un método científico. Los periodistas no tienen permitido estar dentro de la Reunión. Repentinamente, una puerta se abre. Fabio Capello dictará una conferencia en la que explicará su concepto de liderazgo e ilustrará con anédcotas de su dilatada y exitosa carrera como técnico. Pocas sillas libres quedan en el salón para presenciar la alocución del exentrenador del Real Madrid. "Sin cámaras", alertan los organizadores de la Reunión. Enrique Bonilla, exultante, lo introduce al público, que le rinde un efusivo aplauso. Capello irrumpe sobre el escenario, pantalones vaqueros y camiseta negra lisa. Luce más un empresario de Silicon Valley que el metódico y dictatorial técnico que su fama precede. Con un marcado acento español, labrado durante sus estadías en Madrid, Capello desmitifica su política de mano dura y hastío táctico ("Las charlas antes de los partidos deben durar 10 minutos", "El entrenador debe pensar las cosas antes de decirlas"), se quiebra al recordar cómo 'La Perla' Reyes (QEPD) hizo válida su temeraria decisión de sustituir a David Beckham a medio partido frente al Mallorca, definitivo para arrebatar la Liga 2006-2007 al Barcelona, y se mofa de cómo el Jiangsu Suning chino le impuso seis traductores para gestionar a la plantilla.
Quique Setién también es uno de los conferencistas invitados. Su plática, titulada "La comprensión de juego posicional, inicio y desarrollo de una postura", es otro de los principales atractivos de la Reunión. Como exentrenador del Real Betis, señalado por la prensa mexicana como el culpable del exilio de Diego Lainez al banquillo, Setién recibe decenas de peticiones de entrevistas. Solo ha aceptado una. "No quiero hablar más. Llevo 100 ruedas de prensa en todo el año, ha sido muy desgastante. Me han pedido más de 20 entrevistas aquí. Solo vengo a dar la plática", asegura. Acto seguido, se funde en abrazo con Míchel, entrenador de los Pumas, y charlan por algunos minutos. Viejos conocidos, reecontrados en la playa cancunense, a 8,000 kilómetros de casa. Detrás de ellos, la familia del fútbol mexicano desfila hacia la playa entre las mesas de ambigús, atestadas de macarrones, bocadillos, dulces y bebidas.
Al caer la noche quedan los últimos enlaces televisivos, los directivos de FC Juárez que desfilan victoriosos por los pasillos, la diminuta comitiva de Lobos BUAP desparece junto con el equipo (solo secundaron a Manuel Lapuente tres enviados del club, epitafio anunciado) y la brisa de la noche de Cancún.