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FINAL LIGA MX

De la Liga de los récords a la Liguilla de los bostezos

Los Tigres ganaron el Clausura 2019, con la segunda Liguilla con menos goles en torneos cortos. León no pudo hacer válidos los números de la fase regular

MéxicoActualizado a
De la Liga de los récords a la Liguilla de los bostezos
PEDRO PARDOAFP

Los Tigres de la UANL alzaron su séptimo campeonato de Liga MX al derrotar a León con marcador global 1-0 en la final del Clausura 2019. El solitario gol de André-Pierre Gignac en la ida bastó para que los comandados por Ricardo “Tuca” Ferretti cuidaran la ventaja en el duelo de vuelta en el Nou Camp, en el Bajío, que esperaba la vuelta olímpica de “La Fiera” después de una temporada mágica, de récords y estética. Los Tigres, campeones con requisitos mínimos y cerrojo en la liga que León gobernó con puño de hierro, asombro, y méritos de antología.

El León de Ambriz alumbró la Liga con su fútbol de buen gusto, asociación, atrevimiento y variantes. Montes en la batuta, Cota como guardián sobrio, Mena con la dinamita y Macías con el gatillo siempre presto. Suyo es el récord de más victorias consecutivas en la historia del campeonato (12, invicto desde la jornada 5 hasta la 16, cuando cayó frente a las Chivas); y la marca histórica de 41 puntos, máxima desde la instauración de los torneos cortos. Pero el fútbol mexicano está conformado por clichés. Uno de los más célebres es: “la Liguilla es otro torneo”. Las tertulias lo recitan con pasmosa asiduidad, como si descubriesen el hilo negro. Y con razón. Al León le pudo el desgaste del camino. La Liguilla premia a las inercias y las sensaciones; y “La Fiera” entró a ella jadeando.

Mejor ataque. Mejor defensa. Mejor goleador (Ángel Mena, redención después de su salida entre ceños fruncidos de Cruz Azul). Máximo asistente, también Mena. Diferencial positivo de 27 goles. Los pergaminos no sirvieron al León, que perdió tensión en cuanto superó el primer filtro de la Liguilla, después de despachar con relativa facilidad a Tijuana 5-2. Eran los últimos bosquejos de genialidad. La eliminatoria frente al América, definida por la incertidumbre y el caos desatados por la contaminación en la Ciudad de México, fue resuelta por uno de los pocos privilegios que confiere el desempeño en la temporada regular. León recurrió al requisito mínimo para despachar al América, recurso nimio ante el extravío de Mena y Montes, y la próxima partida de Macías con destino a Polonia. El gol del ariete Sub 20, la gran revelación del torneo, frente al América en el surrealista partido de ida en Querétaro, fue la última conquista de los “Esmeraldas” en la Liguilla. “La Fiera” perdió filo cuando se prestaba para el zarpazo final. Cuando Ambriz volteó a la reserva de pólvora, la bodega estaba vacía. Vinicio Angulo no ofreció soluciones, ni heredó la mínima sensación de peligro del imberbe Macías. León se atragantó en las insinuaciones.

En la especulación encontraron los Tigres su hábitat natural. A “Ferretti” no le va ni la estética ni el discurso. El resultado por delante. Ganar como valor irredento. Con el pragmatismo como bandera, legítima idea futbolista, Ferretti administró recursos para sumar días en carrera y paliar las heridas de perder su tercera final de Concachampions. A su favor, además, estaban los antecedentes. Claro, no son más que registros, pero marcan una tendencia. Las estadísticas son la única mesura en el anárquico fútbol mexicano, carente de lógica. Desde la instauración de los torneos cortos, el segundo lugar general se ha consagrado como campeón en el 33.3% de las ocasiones. La consabida “maldición del superlíder” cobró en el León a una víctima más; solo el 15.5% de primeros lugares revalida sus credenciales con el título de liga. En el semestre de los récords, volvieron a triunfar los Tigres de Ferretti, cómodos el ansia especulativa. Fue en la Liguilla con menos goles desde el Apertura 2004 (23); en la final más improductiva desde el Pachuca-San Luis del Clausura 2006; el campeón con menos poder ofensivo desde la existencia del actual formato de competencia: solo cuatro gritos, uno fuera de casa (en cuartos de final, ante Pachuca).

7 de junio de 1992. La última vez que León fue campeón de liga en casa. Dirigidos por Víctor Manuel Vucetich, los “Panzas Verdes” de “Tita” derrotaron en un Nou Camp pletórico, una marea esmeralda, a “La Franja”. Fue la quinta estrella para “La Fiera”, que debió esperar 21 años, un descenso y cinco intentos fallidos por ascender para volver a rugir. El bicampeonato con Matosas ocurrió lejos de Guanajuato: en la Ciudad de México y Pachuca. Los récords solo decoraron la temporada del León. El rey de la Liguilla fueron los Tigres de Ferretti, el nuevo mandamás del fútbol mexicano; “Nacho” Trelles ya tiene compañía. Las discusiones estéticas serán para otra ocasión.