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EUROLIGA

Ni en la duela el Real Madrid puede con el Barcelona

La tormenta de Clásicos, en fútbol y baloncesto, ha hecho naufragar al Madrid una vez más. Con cuatro puntos de Gustavo Ayón, los merengues cayeron en el homenaje a Navarro.

Ciudad de MéxicoActualizado a
Ni en la duela el Real Madrid puede con el Barcelona
Alejandro GarciaEFE

La seguidilla de Clásicos multi-terreno, de la cancha al parqué, se ha convertido una pesadilla para el Real Madrid. El campeón de Europa tampoco encontró sosiego en un Palau Blaugrana en efervescencia; el partido (que pudiste disfrutar en transmisión a través de la fan page de Facebook, disponible solo en México) debía ser una sesión al diván paratratar el trauma que supuso la inverosímil derrota en la final de la Copa del Rey, acusaciones de desfalco y amenazas de boicot mediante: el rebote de Thompkins ante la acometida de Tomic, calificado por ilegal por los colegiados después de una minuciosa (que no apropiada) revisión en monitor, abrió las puertas del Tártaro, de par en par. Aquella noche fue un tormento. Y la de Euroliga también. La herida sigue sangrando.

Pablo Laso optó por dejar fuera de la ecuación inicial a Gustavo Ayón (4+4+1, 12 de valoración) y Facundo Campazzo. Quizá como un homenaje a Juan Carlos Navarro; el partido no debía iniciar en sangría en tal célebre ocasión. Tavares se encargó de sellar la pintura ante la ausencia provisional del 'Titán'. Un parcial de 0-5 comandado por Gabriel Deck mantuvo a un Madrid académico al mando hasta el 'jumper' de Seraphin (13-11). Laso no extrañó más a Ayón y Campazzo, que emergieron del banquillo para apagar el fuego. Sin embargo, el mexicano no pudo limpiar la pintura (tres rebotes defensivos), mientras Tomic adquirió potencia atómica. El brutal duelo cuerpo-a-cuerpo, inspirado en los combates romanos, siempre lo ganó el croata mientras Ayón no pudo cubrirse los huecos entre la lámina de níquel. Eso sí, al Madrid lo sostuvo la mira afinada de Jaycee Carroll (cinco puntos al inicio del segundo cuarto) y el tesón de Rudy Fernández (investido de pretoriano, más beligerante que nunca, el rosto adusto y el trauma de la Copa del Rey aún en el armario). Del 21-29, el cénit del Madrid en la noche, llegó la ignición de Heurtel, que comenzó a mutar en Tony Parker; la de Tomic, émulo de Rodman (seis rebotes en el segundo cuarto), y el triple estilo Curry de Kyle Kuric (33-31), que cambió el signo del partido para siempre.

También comenzó Heurtel a desplegar repertorio (17+11, 27 de valoración), hiperactivo, hábil en los controles y sabio con la batuta. Mientras, Laso cargaba con el extravío de sus pupilos: solo habían recolectado nueve puntos cuando el tercer cuarto había superado los seis minutos de juego. El tercer cuarto terminó en un delirante canasteo de Ribas-Tomic-Singleton, a tiros sin pólvora y toques en urgencia sobre el aro, como quien manotea con una manta un fuego creciente; la pelota, juguetona, saltó sobre el canasto para mayor fortuna del Real Madrid: 56-51, pese a la sequía. La combatividad le pudo a Rudy Fernández, fuera de combate por superar el límite de faltas, y el Madrid colapsó cuando jaló aire por enésima ocasión: Llull, Ayón y Campazzo convirtieron 12 puntos de déficit en 5. Pero la arena se le quedó en las uñas al Madrid. Otro tip sobre el aro de Tomic descorchó la fiesta en el Palau. El mejor homenaje para Navarro, santo y seña del Barcelona y de la época dorada del baloncesto español, fue la exhibición de Tomic y Heurtel, el éxtasis del Palau cuando el reloj expiró, y la cercanía de la clasificación culé a playoffs (ya huele el cuarto lugar y respira la nuca del Madrid, terceros generales). Y la confirmación de la hegemonía sobre el Madrid. En todos los campos.