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Alemania vs México

Moscú se pinta de verde, a dos días del debut

Rusia no es la excepción. La noche de este viernes, Moscú ha adoptado el color nacional en sus calles.

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Moscú se pinta de verde, a dos días del debut

Cuántos elementos inconfundibles tiene la cultura mexicana... Por supuesto, siempre presente la camiseta verde. Pero alrededor de ella hay infinidad de cosas que llaman la atención donde quiera que un compatriota se para. En Rusia no es la excepción. La noche de este viernes, Moscú ha adoptado el color nacional en sus calles.

A tan solo dos días del debut de la Selección Mexicana en la Copa del Mundo, ante Alemania, decenas de milles de aficionados aztecas se encuentran ya en la capital rusa. Y las calles aledañas a la emblemática Plaza Roja son su punto de reunión predilecto. Es ahí donde el verde toma protagonismo. Es ahí donde todos esos elementos que distinguen nuestra cultura acaparan la atención.

Los sombreros charros son de las cosas más llamativas para los rusos y para los aficionados del resto del mundo. También aquellos sombreros con una frase tremendamente distintiva: “Viva México, cabrones”. Hay sarapes. Hay máscaras de lucha libre. Y las personas de otras partes del mundo, se dejan seducir por el folclore verde.

Por eso, los aficionados mexicanos son constantemente requeridos para tomarse fotografías. Ahí, a solo unos metros de la iconica Catedral de San Basilio, las nacionalidades quedan de lado. Rubios o morenos, todos son uno mismo, porque la fiesta gira alrededor de la pelota. Y aquellos que vienen de tierra azteca le dan un sabor único.

En mano, llevan también algo que distingo como pocas otras cosas al país: una botella de tequila. Insisten en que la joven rusa beba, pero ella se resiste. Eso sí, cuando entonan “Cielito Lindo”, ella canta lo que a medias entiende. Lo que ella dice no tiene nada que ver con la letra. Es un hecho que tampoco comprende de qué va la canción, pero le pone sentimiento como si fuera un mexicano más.

Otros más, firman autógrafos, no porque sean famosos, sino simplemente porque los habitantes de Moscú quieren guardar un recuerdo de ese pueblo que tanto sabor empieza a darle a sus calles. La Plaza Roja se ve más verde que nunca. Y suena “El Rey” entre aficionados que han perdido ya la cuenta de cuánto han bebido. Tampoco saben cuánto han gozado, porque en Rusia son felices como pocas veces en la vida. “Cada pinche peso para estar aquí valió la pena”, dice uno de ellos.

Unos beben, otros cantan, todos se divierten. Algunos más intentan “ligar”. Mayormente no tienen éxito. Sin saber hablar ruso se vuelve sumamente complicado para ellos. Pero qué más da. Los que portan los sarapes más vistosos, cubriendo el prominente abdomen y con enormes sombreros sobre sus cabezas, deciden mejor sentarse.

Entonces, atienden las peticiones de fotografía desde la banca. “Así no nos cansamos”, aseguran. Lo mismo llegan rusos que japoneses, iraníes o marroquíes. Culturas completamente ajenas a la mexicana, que resultan “exóticas” para nosotros. Seguramente lo mismo pensarán del pueblo que ha viajado con tequila en mano para pintar de verde las calles de Moscú.