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MUNDIAL 2018

Rusia inicia a lo grande: vapuleó 5-0 a Arabia Saudita

El conjunto local comenzó la Copa del Mundo con una goleada de alarido en el Estadio Luzhniki. Denís Chéryshev se lució con un golazo.

MoscúActualizado a
Rusia inicia a lo grande: vapuleó 5-0 a Arabia Saudita
MIGUEL MORENATTIDIARIO AS

Vale la pena preguntarse, de vez en cuándo, ¿qué contiene un grito de gol? Seguramente orgullo, también ilusión, entusiasmo, valor... todo eso va dentro. Pero qué pasa cuando es toda una nación la que explota en una celebración que va mucho más allá de lo cotidiano. Entonces, el ingrediente principal cambia: lo que ese festejo lleva, se llama alma.

El ejercicio es sencillo. Llevar aire a los pulmones tan rápido como la redonda cruza la línea; abrir la boca; soltar el alma. En ese orden. Cada vez que sea necesario. Porque en una Copa del Mundo, el espíritu va por delante. Por eso, cuando el cabezazo de Iury Gazinsky estremece las redes, el grito trasciende a las 80 mil personas en el Estadio Luzhniki. Se trata de una nación entera.

Y si se va más allá: el mundo también lo festeja. No porque el planeta esté lleno de rusos. Sino porque este lugar en el que vive la raza humana está repleto de futboleros. Seres con una profunda devoción a la pelota, que este jueves celebran la mayor de sus fiestas. Es ese gol el que abre el camino para el 5-0 de Rusia sobre Arabia Saudita. Es el grito que deja salir el alma por la boca.

En la cancha del Estadio Luzhniki, tras una breve, pero emotiva ceremonia, la redonda por fin ocupa su lugar de honor sobre el rectángulo donde caben millones de sueños. La diferencias son marcadas: Rusia es mucho más que Arabia Saudita. Así de contundente. Pero los partidos deben jugarse, dentro y fuera del césped. En castellano, podría escribirse como “¡ro-shi-a, ro-shi-a!”. Vaya, gritan “¡Rusia, Rusia!” en ese idioma incomprensible para muchos. Pero en la cancha se habla otro lenguaje, uno universal: el futbol. Ese que millones entienden.

El cuadro local no tarda en reflejar la superioridad. Yury Zhirkov tiene control por el costado izquierdo. Levanta la mirada. Centro pasado que supera a la defensa. A segundo poste, cabezazo de Iury Gazinsky. La pelota sale globeada, por encima del arquero, las redes se mueven por primer vez. Rusia toma ventaja, al ‘12. Grito que sale del alma, en una atmósfera que contagia más allá de nacionalidades. Poco importa lo que diga el pasaporte, cuando la cancha dice gol.

Enseguida, una de esas microhistorias que abundan en 90 minutos de juego. Por algo el futbol es lo que es. Alan Dzagoev se retira lesionado, tras apenas 23 minutos. Parece una pésima noticia para Rusia. En su lugar, Denis Cheryshev va al campo. Y minutos más tarde, escribe su nombre en la historia del Mundial que inaugura el cuadro local.

La defensa mal colocada. El esférico se abre hasta el costado izquierdo. Con un toque suave, Cheryshev control y se quita dos rivales de encima. Tremenda jugada. Lo demás parece trámite, pero es de un elevado nivel técnico: se acomoda en un toquecito y define con un zurdazo potente. La bola entra por primer poste. Segunda exhalación de alma: gol de Rusia al ‘43.

La segunda parte resulta un trámite sencillo para los locales. Pero cuando se decide, pisa de nuevo el acelerador. Y tras un par de avisos de Cheryshev y Golovin, encuentra recompensa para redondear la fiesta en el Estadio Luzhniki, de Moscú.

Aleksandr Golovin levanta la mirada. Nadie estorba siquiera. Centro a la línea del área chica. Pésima marca. Artem Dzyuba gana la posición con enorme facilidad. Cabezazo picado y cruzado. Imposible para el guardameta. Gol de Rusia, al ‘70. El triunfo está decretado. Y la pelota goza nuevamente con el suave contacto de las redes.

Con todo definido, hay tiempo para la plasticidad. No hay mejor manera de honrar a la pelota, que patearla bien. Y golpearla no es un acto de odio, sino de amor. Denis Cheryshev dispara con grandiosa técnica: de tres dedos con el pie izquierdo. Desde la orilla del área, encuentra el ángulo más lejano. Para Abdullah Almuaiouf sólo las gracias por adornar la estampa con su vuelo. Golazo, al ‘90.

Y en tiempo agregado, otra pincelada nacida del alma. La barrera ahí está, enfrente de la redonda, pero de nada sirve. El golpeo de Aleksandr Golovin es exacto, por encima de los árabes. Al ángulo. El 5-0 definitivo que redondea la celebración.

Es la Copa del Mundo una fiesta que tiene como centro de atención a la pelota. Es ella quien saca el alma de los pulmones de millones de personas cuando reúne a 32 países para disputar el trofeo que todos quieren. El torneo está en marcha y la redonda ha vivido su primera gran fiesta, en Luzhniki: Rusia 5-0 Arabia Saudita.

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