Imposible ponerle un precio
Ha llegado un punto en el que no sé si lo que más sacia el hambre de Cristiano son los títulos o los millones. Seguramente lo primero, me resisto a pensar que este devorador de récords, un jugador inclasificable que llegó al Real Madrid para hacerlo aún más grande, anteponga el dinero a esa música celestial de la Champions o el sonoro “síuuuuu” que llega desde la grada del Bernabéu. Sí, ya lo sé, nada garantiza nada, el hecho de haber ganado la última Champions no te conforma medio talón para volver a ganarla en Kiev, pero salvo que alguien demuestre lo contrario, vivir en el Real Madrid es estar mucho más cerca de hollar nuevos ochomiles que en el Manchester United.
Cristiano se considera mal pagado, cree merecer la montaña de millones sobre la que ahora descansan Messi o algunos jugadores de menor calado como Oscar o Lavezzi, que regalan rabonas en la futbolísima (¿?) China. Tiene razón, su precio no es el que marca el mercado, al menos no cuando ayer levantamos el cierre a una semana que igual acaba con el fichaje de un lateral de medio pelo por 300 millones y variables por dar las buenas tardes. ¿Cuánto valen cinco Balones de Oro? ¿Y 540 goles? No me atrevo a poner precio.