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Los Angeles Chargers

Los Chargers casi agotan los abonos de temporada en L.A.

La llegada de la franquicia a Los Angeles se ha hecho tan mal que resulta un alivio para la NFL comprobar que no tendrá un estadio semivacío en la ciudad.

Los Chargers casi agotan los abonos de temporada en L.A.

El próximo lunes los propietarios de equipos de la NFL han de votar sobre si aprueban un potencial movimiento de los Raiders desde Oakland hasta Las Vegas. Todo apunta a que esa votación, que necesita 24 síes de entre los 32 dueños de franquicias, saldrá a favor sin grandes problemas. La liga está muy satisfecha con como han salido las cosas en el caso del movimiento de los Rams desde Saint Louis a Los Angeles porque todos han ganado, desde la propia franquicia hasta cada uno de los restantes dueños, que se llevaron su parte del pastel en el impuesto de recolocación.

Sin embargo, la chapuza de los Chargers, que han huido por las bravas de San Diego también a Los Angeles, suponía una duda razonable en el proceso de seguir pisoteando corazones de viejos aficionados y ciudades 'de la familia de la NFL'. Es por eso que la siguiente noticia servirá para que los sentimientos queden apartados un poquito más.

Y es que los Chargers han vendido casi todos los abonos de temporada en su nuevo estadio, el StubHub Center de Los Angeles. Tan sólo restan 600 de ellos, y a un precio medio de 3.000 dólares, por colocarse para que el nuevo campo esté cubierto por completo.

El equipo ha necesitado dos semanas para completar el aforo de 30.000 asientos del estadio para todos los partidos que disputen en casa en 2017.

Es obvio que hay muchos asteriscos aquí como para considerarlo un éxito del equipo, o de la liga. El primero y más evidente es que el campo tiene un tamaño indigno de la NFL. Será, con mucho, el más pequeño en el que se juegue. Es un campo de fútbol. Fue elegido, precisamente, para evitar el bochorno de que estuviese medio vacío cada domingo.

El segundo es que en la misma ciudad, los Rams necesitaron tan sólo seis horas para colocar los 70.000 abonos de los que disponían el año pasado en su retorno a Los Angeles. Es decir, la demanda por los Rams y la demanda por los Chargers difiere en una cantidad enorme.

El tercero es que hay que discernir cuantas de esas casi 30.000 personas que han comprado su pase de temporada lo han hecho para animar al nuevo equipo o, sencillamente, para ver NFL, pues no es algo sencillo de hacer. Conseguir entradas para ver a los Rams en Los Angeles, por ejemplo, se convirtió en una odisea el año pasado.

Los Chargers apostaron a chica en su vuelta a Los Angeles. Saben que tienen mucho por trabajar en su nueva comunidad. Van muy por detrás de los Rams, a los que se consideraba de casa históricamente, y tienen que vencer las reticencias de unos fans que siempre les han visto como el enemigo y las de los seguidores, en general, de la liga que no aprueban como se han marchado de San Diego. Esa apuesta a chica, al menos, no tendrá el oprobio de ver como un minúsculo campo se queda con asientos vacíos.

Y por el lado de la NFL, que siga la fiesta, la barra libre. Es tan poderosa que va a llevar a los Raiders a Las Vegas porque sí, porque ya pagarán los turistas, porque ya se llenará el campo con quien sea. Como en todos lados. Ha llegado un punto en el que parece factible que en las próximas misiones que han de colonizar Marte vaya incluida una franquicia NFL. Por probar los límites de hasta donde llega su mercado.