Keylor se merece un respaldo
Courtois es todavía un chaval para lo que es la edad deportiva ideal de un portero: tiene sólo 24 años. Keylor cumplió el pasado jueves los 30. El momento idóneo para que un guardameta sume los dos factores clave bajo los palos: experiencia y eficiencia. Pero el costarricense nunca terminó de ser querido del todo en la planta noble del Bernabéu. El 31 de agosto de 2015 fue traspasado al Manchester United. Literalmente. Sólo la confabulación tecnológica de los fax evitó que el tico cambiase el sol invernal de Valdebebas por el frío y el barro de Carrington. Se quedó y fue héroe por accidente. No le querían, pero supo ganarse el afecto del Bernabéu y del vestuario gracias a su alto rendimiento.
Courtois es buenísimo. Nadie lo discute. Y como vemos a Keylor renqueante tras su operación del verano es fácil caer en la tentación de dar luz verde al cambio de cromos para el próximo verano. Pero creo que Keylor se ha ganado el derecho a luchar por recuperar sensaciones, su habitual agilidad proverbial bajo palos y su indiscutible elasticidad para detener balones imposibles. Lo hizo en el curso pasado. Y fuimos campeones de Europa. Yo le daría un margen de confianza. Pura vida.