El Villarreal de Jonathan Dos Santos baja al Celta de las nubes
El mexicano entró de cambio en el segundo tiempo y vio acción durante media hora del encuentro. El Submarino Amarillo continúa invicto en La Liga.
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El Villarreal del mexicano Jonathan Dos Santos sigue con buena racha en La Liga de España y mantuvo su invicto ante un Celta que venía de tres victorias consecutivas, la última contra el Barcelona en Balaídos. Pero en El Madrigal, sólo El Submarino Amarillo lució el día de hoy, pues propinó una goliza de 5-0 que bajó de golpe a los de Vigo. Jonathan inició el juego en el banquillo pero ingresó de cambio al 67' por Bakambú.
La clave de este Villarreal es que nunca sacia su hambre, y está empeñado en dar que hablar, sobre todo, en inquietar al poder. La empresa de tumbar al Celta, azote del Barça, le ponía. Bastó con verle correr y morder para entenderlo. En un primer tiempo eléctrico le tumbó con un doblete de Soriano, alemán de sangre e italiano en el corte, y con un gol de Bakambu, que regresaba al once tras su lesión.
El Submarino le quitó el balón a su rival al inicio para incordiar con su gran juego interior. Ése en el que Bruno baila y Castillejo picotea mientras sus laterales van y vienen sin descanso. Fruto de ese dominio llegó el primer tanto (8’) tras un pase de genio de Trigueros entre cien pies y una magnífica definición de Soriano. Y después, ya con el 2-0 (12’) tras un despeje con taras de Sergio y la consiguiente vaselina de Soriano, le regaló la posesión al Celta para robar en campo propio y matarle a la contra, su especialidad. El arranque de Sansone (38’) retando a la defensa en busca de Bakambu fue de manual.
El Celta intentó pedir perdón con el balón en el segundo tiempo. Pero ni era su día ni le quedaba tiempo para milagros ni el Villarreal estaba dispuesto a concesiones. En el primer córner a favor hizo el cuarto con ayuda de Wass. Fue el delirio que agitó la ola en El Madrigal y el mazazo definitivo junto a la roja de Sergi Gómez para el Celta. El tanto postrero de Trigueros fue una anécdota que premia su esfuerzo. Escribá y Berizzo recordaron desde bien temprano que la Europa League espera y movieron sus banquillos. Uno para dar descansos (Sansone) y para sumar más fieles a la causa (Rodrigo). Y otro para que la depresión no hiciera mella (Aspas) y para dar una alegría a Giuseppe Rossi. Otro bambino que, en su vuelta a casa, pudo comprobar que la ambición de la tropa de Bruno sigue intacta.