Se engrandece la leyenda de Rafa Nadal
Escribir sobre Nadal es muy riesgoso. Cuentas una hazaña que parece sacada de un cuento de hadas, que parece el clímax de una de las carreras deportivas más exitosas de la historia y en poco tiempo, se supera a sí mismo; no se cansa de hacerlo: supera las lesiones, la edad, los récords y también está por encima de cualquier circunstancia, el clima, los rivales, los torneos. Es verdaderamente impresionante.
Ha ganado 22 títulos de Grand Slam, 14 de ellos en Roland Garros, donde es el más ganador en la historia; no ha perdido una sola final en tierras francesas y ahora se ha convertido en el jugador más veterano en lograr el título. Todo esto sin estar al 100% físicamente. Nadal tiene una lesión degenerativa en el pie izquierdo que no le permite entrenar con normalidad y que lo lleva al límite en cada uno de sus partidos, situación por la que ya pasó hace algunos años con un problema en la muñeca. Ahora, además, el cansancio y la exigencia juegan en contra.
Hace unos meses, Nadal se coronó en Australia en una final que parecía de película, en una final épica. Ahora, este nuevo récord para muchos aficionados fue un tanto cuanto insípido; en la semifinal Alexander Zverev tuvo que retirarse debido a una lesión y la final contra Casper Ruud fue muy dispareja.
Casper Ruud es un novato de 23 años que jugó por primera vez una final de Grand Slam; llegó al partido más importante de su vida a enfrentar a su ídolo. Nadal es una de las razones por las que Ruud es tenista profesional, es egresado de la academia de Rafa y después del encuentro del domingo ya es el mejor tenista noruego en la historia tras superar lo hecho por su padre.
Aunque parezca contradictorio, pienso que para Nadal la final de Australia fue un reto mucho más físico y la de Roland Garros fue mental, porque físicamente llegó peor. Y si algo nos ha enseñado el español a lo largo de su carrera es que la mente es su recurso más importante y poderoso; gracias a ella tiene su nombre con letras de oro en la historia.
“Trabaja hasta que tus ídolos se conviertan en tus rivales”. Eso pasó el domingo en París. Lo que Nadal ha hecho por el deporte, directa e indirectamente, es invaluable. Ha inspirado, ha impulsado, ha logrado. Lo hizo con Federer y Djokovic a lo largo de sus carreras y fue correspondido, pero también ha influido en muchas otras figuras fuera del deporte blanco. Es una aventura digna de contarse, constantemente.
Nadal es la historia sin fin. Es una espiral ascendente de emociones e ilusiones, un constante asombro. Ahora parece que la prensa está más interesada en su futuro y su retiro que en los récords que no se cansa de romper cada que pisa una cancha. El pie y las lesiones parecen ponerle una fecha de caducidad que él está ignorando y alargando. Parece que el retiro es el combustible. Cuando crees que no hay más, se engrandece la leyenda de Rafa Nadal.