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Ciudad de MéxicoActualizado a

Mucho se ha dicho del efecto Xavi. Los detractores lo mencionaban con un tono un tanto irónico y querían verlo a los cinco minutos de haber tomado las riendas del Barcelona. Lo daban por derrotado recién llegado y se compraba injustamente con el proceso de Guardiola.

Esta es la temporada de re-estructuración del equipo, de inversión; de prueba y error, de cambiar, de experimentar. Se fue el ídolo máximo y la nueva directiva tiene retos importantes, no solo en lo deportivo, también en lo económico. Después de años de malas decisiones y de buscar culpables, el equipo entendió que es tarea de todos mantener el barco a flote.

Parecía que Xavi tendría que limpiar el vestuario y decirle adiós a quiénes brillaron y ganaron todo con él en el campo. Logró darle un segundo aire a Pique, Busquets y Jordi; además, regresó a Dani Alves que da sensaciones y nos remite al mejor Barça, al mejor equipo de la historia.

El equipo mantiene como base el estilo y filosofía futbolística que los llevó a lo más alto. Pero lo ha llenado de frescura, velocidad y verticalidad. Aubameyang ha tenido el mejor arranque de cifras goleadoras de un delantero en el Barça, en el siglo XXI. Ha sabido reinventar su juego con jugadores que son el presente y futuro: De Jong, Pedri, Araujo. Además resolvió el problema interno con Dembelé, quien ahora desarrolla su mejor fútbol. Ha logrado ver más allá de lo que el hacía en el campo, fiel a su mayor cualidad, la visión.

El Barcelona entró en un círculo virtuoso y parece que esta espiral positiva es solo la punta del iceberg. Xavi suma nueve victorias y tres empates en los últimos 12 partidos. Una de esas victorias fue un 0-4 en el Santiago Bernabéu. ¿Será acaso que los mejores técnicos para el Barcelona salen de La Masía? El tiempo lo dirá. En el equipo y la afición se respira un orgullo blaugrana como hace tiempo no se veía. Ese es el máximo resultado del efecto Xavi.