Checo Pérez, el chico que estuvo entre el volante y el balón de futbol
El piloto mexicano de la Fórmula Uno consideró seriamente en formarse para ser futbolista, pero la vida lo llevó por el camino de las pistas.
Es el piloto mexicano más exitoso en Fórmula Uno de toda la historia. Pero su vida pudo haber sido muy diferente… Sergio “Checo” Pérez profesa abiertamente pasión por el futbol y especialmente por el América. Su hermano, Antonio, es aficionado de Chivas. Cuando niños, los Clásicos debieron tener un sabor especial. A tal grado le gusta ese deporte, que el actual piloto de RedBull Racing lo consideró como posible profesión.
“Me veía jugando en el América. Pensaba que nunca tendría la oportunidad de llegar a Fórmula Uno. Pensaba que en el futbol tenía futuro, pero rápido supe que no. No hay niño que no se sienta que es el mejor futbolista del mundo”, explicó tiempo atrás el tapatío, en una entrevista concedida para su actual escudería.
Su pasión por el futbol la lleva en la sangre, no de ahora. Su niñez estuvo marcada por las Águilas. El chileno Iván Zamorano era uno de sus ídolos. Sergio Pérez tenía 12 años cuando enfrentó una de las primeras grandes decisiones de su vida. El mismo domingo se jugaba el Clásico Nacional y se corría la última fecha del campeonato de Shifters 80cc, en la icónica Glorieta de La Minerva.
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“Checo” era el gran favorito para quedarse con ese título de karts. Corría desde los 6 años de edad y se encontraba ya involucrado en el sueño de algún día llegar al máximo circuito del automovilismo. Su padre, Antonio Pérez Garibay, fue claro: le dijo que, si prefería ir al futbol, vendería su kart. No habría más carreras para el joven piloto. Vaya encrucijada.
Pero Sergio Pérez tenía frente a sí la posibilidad de cumplir otro sueño. Su papá mantiene una buena relación con Emilio Azcárraga, dueño del América, quien les había extendido una invitación para ir al Estadio Jalisco dentro del camión del propio equipo. Ahí, podría conocer a Iván Zamorano. Nada que pensar. Primero el Clásico Nacional y lo demás ya se resolvería.
Su padre contó, años después, que efectivamente vendió el kart de “Checo”. Conoció a sus héroes de camiseta amarilla, pero se quedó sin auto por algunos meses. Después, la llegada de un nuevo patrocinador le permitiría de nuevo ponerse al volante. A los 15 años emigró a Europa y el resto es historia. Soñaba con ser futbolista y hoy Sergio Pérez es el piloto más exitoso que ha tenido México en la Fórmula Uno.