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Juan Toscano no es ‘el compañero de Steph Curry’

Ciudad de MéxicoActualizado a

Escorado contra la línea divisoria, Juan Toscano divisó a Curry a medio camino entre él y el horizonte. Steph aguardaba, sin custodio alguno, por extraño que sea, en la puerta de acceso al área perimetral. Toscano envió la pelota con desdén y, antes de que Curry la tomara entre sus manos, Juan ya sabía cuál sería el destino el tiro. El arcoíris cayó entre la red cuando Toscano ya había terminado la celebración. El gesto encendió la conversación en Twitter. Bleacher Report consignó el festejo prematuro como una alabanza a la ya legendaria puntería a distancia de Curry, pero omitió el nombre del actor principal. ‘El compañero de Steph’, le bautizó el medio. Nada más. Ni media inicial.

Ciertamente, la trayectoria que llevó a Juan Toscano-Anderson hasta la NBA certifica que su nombre no admita abreviaturas ni perífrasis. Vaya, incluso aunque no fuese un integrante de los Golden State Warriors y, en cambio, permaneciera como el chico rebosante de ilusiones que dedica sus ratos libres a pulir su mecánica de tiro en las canchas callejeras de la 95th Avenue, en Oakland, a dos cuadras del Oracle Arena. Su nombre es Juan Toscano-Anderson y debería caber en cualquier tuit. La negligencia informativa de BR, empero, contribuyó a esparcir la ‘Toscanomanía’ (con el perdón de otras ‘manías’ mediáticas más o menos célebres). Steph Curry, el aludido, fue el primero en apartarse de un reflector que no apuntaba a él y refutó que la existencia de su compañero se redujera a una mera comparsa. ‘Háblenle a Juan T’, le reverenció.

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La historia de ‘JTA’, como ya le apodan los media-outlets, es susceptible de caer en los clichés paternalistas del periodismo deportivo estadounidense: descendiente de dos minorías (afroamericana y latina); desterrado, inicialmente, del sistema NBA; forzado a bregar por cada oportunidad. Pocos ahondarán en su formación universitaria como especialista criminalístico, sus orígenes michoacanos, su gusto por los tamales, su activismo comunitario y anti-racista, que prefiere ‘Nito’ a ‘Juan’, la discriminación de la que es objeto en la tierra de la que se siente orgulloso de pertenecer; no son pocos quienes espetan con sorna y pedantería que no merece su pasaporte mexicano y su presencia en los ’12 Guerreros’, ataviado de verde y blanco, infringe la ‘pureza’ nacional. Un varapalo para ellos ha de ser el fanatismo que Steve Kerr ha aceptado profesar por él. Y sus noches estelares en los escenarios más notorios del planeta.

‘Nito’ ha sabido reconducir la discusión. Ha solicitado ser tratado y evaluado como uno más, sin condescendencias. Sin los prejuicios de acá y allá. Ser medido conforme a los estándares de un jugador NBA de pleno derecho. Porque lo es. Y ‘el mejor jugador mexicano del mundo’, sus propias palabras, convencido, firme, sin dejo de jactancia auténtica ni falsa soberbia. Porque lo es, también. Y si el periodismo ha de acercarse a contar su historia, que empiece por retratar al hombre íntegro. Sus éxitos y sus falencias. Sus acciones que trascienden las duelas. Su huella más allá de las estadísticas que aumentan día con día. Que empiecen por escribir su nombre con todas sus letras. Kevin Durant ya se lo aprendió.

No. No es el ‘compañero de Steph Curry’. Es Juan Toscano-Anderson.