Takuya Shiozawa, un estratega japonés en Querétaro y Sonora
No jugó profesionalmente, pero el fútbol es su pasión desde su infancia. Llegó a México en 2011, estudió para ser director técnico, pasó por Querétaro y ahora está en Cimarrones.
Takuya Shiozawa (Matsumoto, Japón, 1985) había quedado desempleado en junio de 2020, en plena pandemia del COVID-19. El relevo dirigencial en los Gallos Blancos de Querétaro cortó de tajo un proceso de cuatro años que se había caracterizado por preponderar los proyectos de fuerzas básicas. Una pieza del engranaje fue Takuya, quien ejerció diversas funciones en la estructura táctica del club desde junio de 2016 hasta el cambio en la junta directiva durante el verano de confinamiento. La situación duró tan solo un mes. Su labor en los Gallos Blancos le llevó a Cimarrones, al desértico e inclemente Hermosillo, que muy poco se parece a Japón. "Ya me habían advertido que el calor es difícil aquí. Y lo es", sonríe 'Tacú' en entrevista con AS. Las singularidades del fútbol. La historia de Takuya tiende un insospechado puente Matsumoto-Hermosillo, con la pelota como guía.
¿Cómo se instala un japonés en la industria del fútbol mexicano? Todo comenzó en Ueda, en la provincia de Nagano, a inicios de la década de los 90, cuando el fútbol explotó en Japón: "Iba a la escuela, hacía la tarea y después salía con mis amigos a jugar béisbol y fútbol. En esa época inició la J-League. Se volvió una moda jugar fútbol. Mi hermano mayor, que tenía 10 años, se inscribió a un equipo de la ciudad. Yo tenía ocho y entré a una 'escuelita'", recuerda Takuya. Años después se abocó a su carrera técnica en ingeniería, donde confirmó, a pesar de haber privilegiado sus estudios, que quería dedicar su vida al balompié. Se enroló con un equipo de la escuela, pero una lesión de tobillo le impidió una mayor evolución. Sin embargo, el incidente no fue sino una nueva oportunidad: "No había entrenadores. Yo quería seguir teniendo contacto con el fútbol y empecé a dirigir los entrenamientos. No lo busqué. Así se dieron las cosas. Y empezó a gustarme". Takuya decidió probar suerte con un club local, el Nagano Parceiro, donde pudo practicar sus conocimientos: "Apoyé a los equipos Sub 13, Sub 15. Los entrenadores me enseñaron varias cosas. Con ello pude costearme los materiales para mis clases de ingeniería".
Finalmente, Takuya decidió cambiar de carrera. Se matriculó en el Instituto Nacional de Fitness y Deportes, en Kagoshima, donde estudió Ciencias del Deporte. "Me permitieron ingresar al tercer año. Fueron dos años de licenciatura y dos más de maestría. Fui entrenador del equipo universitario y, a la vez, me hice cargo de las categorías infantiles", relata. Una vez graduado, Takuya debía tomar una determinación. "No tenía claro lo que quería hacer. Solo sabía que me gustaría ir al extranjero, pero no sabía a dónde, ni cuándo, ni cómo". Y, casi por azar, el fútbol le abrió las puertas de México. Takuya encontró, por recomendación de una profesora de su maestría, una convocatoria para ingresar a un programa de intercambio auspiciado por los gobiernos de Japón y México en el que la federación nipona de fútbol tenía derecho a colocar dos becarios. Los gastos del viaje en avión y de una colegiatura para aprender español en la UNAM corrían por cuenta del convenio. Era agosto de 2011.
"La calidez del mexicano me ayudó a crecer"
Takuya obtuvo un permiso para entrar en calidad de oyente al ENDIT (Escuela Nacional para Directores Técnicos, avalada por la Federación Mexicana de Fútbol) mientras completaba sus estudios del idioma. "No entendía nada de lo que me decían (risas), pero fui haciendo compañía y en la cancha, cuando hacía las prácticas, ya relacionaba lo que veía con las palabras", cuenta Shiozawa. Su primera toma de contacto con el país le supuso un auténtico choque cultural. Una confrontación entre estructuras de pensamiento y constructos sociales que contribuyeron a su desarrollo personal. "En el metro en Japón hay silencio. Cada quien está leyendo o escuchando música. En la CDMX no pasa eso. De repente subían personas con unas bocinas enormes, la música a todo volumen, diciendo varias cosas. Y me asustaba. No sabía lo que estaba pasando. Eso no suele pasar en Japón. Cada cosa era una sorpresa para mí", rememora Takuya, quien valora el impacto que la experiencia a más de 10,000 kilómetros de su hogar ha tenido en él: "La imagen que tenía de México eran estereotipos. Pensaba que todos tenían bigotes, sombreros, la botella de tequila. Pero hay muchas cosas que no conocía, ni me imaginaba (...) Lo que más me gusta de México es que la gente te recibe de brazos abiertos. A pesar de que no sabía hablar español, me acogieron. Sé que hay gente que lo dice de cortesía, pero afortunadamente he conocido a muchos que de verdad me hicieron sentir como parte de su familia", explica. Su calidez me ayuda a crecer y a desarrollar una parte de mí que tenía muy escondida, como la capacidad de expresarme más", confiesa Takuya.
El intercambio terminó en agosto de 2012 y Takuya volvió a Japón, pero regresó a México, para quedarse definitivamente, en marzo del año siguiente. Su objetivo era obtener la licencia oficial del ENDIT. Y así fue. Se graduó como Director Técnico en junio de 2015. A su paso por la Escuela conoció a integrantes del sistema de filiales de Santos Laguna, donde colaboró como 'apoyo técnico' durante un semestre. Después recaló en el club FC Politécnico, en Tercera División, pero salió de la institución al cabo de un mes por conflictos con un directivo. El camino lo condujo a Querétaro. Su compatriota Ryota Nishimura, compañero de generación de Jaime Lozano en el ENDIT y a la postre asistente suyo en los Gallos, lo invitó a un entrenamiento. Takuya aprovechó para entregar su currículum a Luis Piñón, coordinador de metodología de fuerzas básicas. Por varios meses no recibió la llamada esperada. "Volví a CDMX a ver si había alguna posibilidad para mí. Si no, me dedico a otra cosa que no sea fútbol. Quizá trabajar en el sector automotriz. Hay muchas empresas aquí en México", parecía resignarse.
Querétaro, el tren llegó
Durante el torneo Clausura 2016, Takuya no claudicó. A lo largo del semestre, se dio a la tarea de asistir a los partidos Sub 20 de Pumas, América y Cruz Azul y elaboró reportes tácticos, con ediciones de vídeo incluidas, y los envió a Piñón semana a semana. Sin falta. La temporada concluyó con los queretanos como campeones nacionales de la categoría. El trabajo de Takuya había convencido al equipo. "Me favorecieron muchas cosas. No solo fueron mis reportes, sino una combinación de cosas. Querétaro estaba implementando varios proyectos en fuerzas básicas, con Arturo Villanueva como presidente. El título de Sub 20 dio credibilidad y se abrieron muchas oportunidades. Afortunadamente, la oportunidad también fue para mí", matiza. Takuya empezó su andar en los Gallos Blancos como 'asistente metodólogo' en los filiales, encargado de analizar los entrenamientos, editar vídeos de acción de juego para emitir conclusiones y seguir la línea de trabajo estipulada por la dirección deportiva. "Querían ver si la idea de los entrenadores se veía reflejada en la cancha y yo aportaba las herramientas", diserta. Avanzó al área de 'inteligencia deportiva', donde le fue encomendada la misión de confeccionar análisis tácticos de los rivales en Primera División. En su último semestre en Querétaro, Takuya asumió la dirección en campo de la categoría Sub 14 y debutó como asistente en Sub 20 y Femenil. Y llegó la pandemia. Y el desbarajuste institucional: "Nos notificaron del cambio el 10 de junio. Nadie entraba en los planes", recuerda.
Pero Cimarrones, que logró salvar los muebles ante la extinción de la Liga de Ascenso, tenía en planes la construcción de un departamento de 'inteligencia deportiva' para hacer frente a la nueva era en la segunda categoría del fútbol nacional. "Una persona en Querétaro era amigo del director deportivo de Cimarrones (Pedro Beltrán) y me platicó de la posibilidad. Unos días después tuve la entrevista con ellos y ahora llevo poco más de cuatro meses trabajando aquí", recuenta Takuya. En Cimarrones, sus servicios abarcan la totalidad de categorías: desde Tercera División hasta la plantilla en la Liga de Expansión: "A veces bajo al vestidor y, si me piden algún punto específico, alguna opinión, explico lo que veo desde las gradas. Trato de apoyar para que el cuerpo técnico pueda tomar decisiones óptimas", expone.
Por ahora, Cimarrones 'es su vida'; la pandemia no le ha permitido conocer mejor su nuevo entorno. Pero ni falta que le hace. Takuya no piensa en metas específicas, o escenas ideales. Solo quiere seguir haciendo fútbol. Y permanecer en México, claro, su segunda patria: "Quiero crecer aquí. Por el momento no pienso en regresar a Japón. No tengo un objetivo tal cual, como ser D.T. en Primera División, analista en Liga MX, o en Selección Mexicana. O Japonesa. Solo sé que me gusta estar dentro del fútbol. Lo que quiero es devolver todo lo que me ha dado el fútbol mexicano, porque aquí me han dado oportunidad de dedicarme a lo que más me gusta y crecer como persona. Si esta temporada logramos algo grande con Cimarrones, algo que le dé alegría a Hermosillo, sería para mí un logro muy importante", concluye 'Tacú'.