Chivas

Jair Pereira: “A la gente no le gusta ver al mexicano triunfar”

Jair Pereira, exjugador de Chivas, revive la Final y explica por qué se mantiene viva, tres años después, la polémica por Luis Enrique Santander.

Guadalajara (México)
Mexsport

Para entender como se vive una Final, es necesario preguntarle a quien la ha sentido en propia piel. Tres años atrás, Jair Pereira cumplió el sueño de millones: ser campeón del balompié mexicano con Chivas. Asegura que el último silbatazo fue el sonido más dulce de su vida. Y aborda también la polémica más grande que desde aquel momento se mantiene en boca de muchos.

Durante una larga charla con AS México, el exfutbolista del Guadalajara relata lo ocurrido desde la noche previa en que no pudo dormir. Los goles de Pulido y “Gallito” en los que pese a la euforia, se mantuvo siempre concentrado. Y por supuesto, la última jugada del encuentro. Reconoce que hubo contacto sobre Ismael Sosa, pero revela lo que sucedió en el campo: el árbitro le explicó a los jugadores de Tigres, que antes se estaba señalando un fuera de lugar.

— Cuéntame de la noche antes de la Final. ¿Quién fue tu compañero de cuarto y cómo vivieron esas horas previas a un partido tan importante?

— Mi compañero de habitación en ese momento era Oswaldo Alanís, también compañero en la central. Nos motivábamos ambos, le decía ¿estás listo? Alanís es un gran jugador, la verdad, pero siempre era su mancuerna, porque soy alguien que se la pasa hablando en la cancha, dando órdenes. Eso a Alanís le gustaba, nunca me reprochaba las cosas, siempre me decía ‘hermano, háblame, si ves que se nos mueve Gignac a la espalda, háblame’. Analizamos y le dije ‘te quiero hablando, que al ‘Aris’ Hernández me lo traigas así (truena dedos) papá, que no pierda en ningún momento la cabeza, que si va al frente, le cubras bien la espalda, yo recorro y jaló al Chapo, tú no te preocupes por mi lado’. Le dije específicamente por el lado izquierdo no podemos dejarles ni respirar, porque sabíamos que Tigres era un equipo que si le dejas el balón, te hacen maravillas, tienen extraordinarios jugadores y la verdad era un equipo bastante complicado, por eso ha sido de los mejores en los últimos 10 años. Siempre están y es un equipo que tiene individualidades bastante efectivas, muy buenas y en cualquier momento te podían hacer daño. Esa noche ni podíamos dormir, te soy honesto dormía dos horas y me despertaba. De pronto le decía ‘Alanís, estás despierto’. Y él ‘sí güey, no puedo dormir’. Repasábamos jugadas, era máxima tensión, concentración desde un día antes, pensar cómo se movía Gignac, cómo se movían los demás, como salían jugando, todo jugador por jugador. Muchas veces desde la parte de atrás uno puede darse cuenta cómo se mueve el otro equipo porque ves casi todo el panorama. Era suma tensión, siempre quieres dormir y llegar descansado al partido, pero no, hermano, a veces no pasa y más cuando está la euforia de jugar una Final con Chivas. Es muy cañón, hay momento que tu cuerpo dice ya tienes que dormir y sí te dormías cuatro horas seguidas, de pronto. Tratabas de descansar lo mejor posible, pero siempre recordándole a tu cabeza lo que tenías que hacer, cómo se visualizaba el partido. Eso me tocó vivir antes del partido.

— Chivas tenía que hacer un partido prácticamente perfecto, ante la nómina más poderosa del país. ¿Cómo hicieron para lograr un encuentro así?

— Sí, teníamos que hacer un partido perfecto y Matías antes de que empezara el partido tuvimos una charla en la que nos dijo ‘muchachos, primero disfruten y hagan el mejor trabajo posible, pero que sea un partido casi perfecto’. Sabíamos que enfrentábamos a una de las nóminas más grandes, sino es que la más alta del futbol mexicano. Era momento de unirnos y la única forma en que lo íbamos a sacar era como equipo. No teníamos otra, no teníamos una individualidad, por muchas buenas cosas que tuvieran Pizarro o Pulido, la verdad iban a ser opácalas porque estaba enfrente de nosotros un gran equipo, la verdad. Él decía que era momento jugar en equipo, no dejarlos respirar, vamos por ellos, los matamos, que siempre era la palabra que utilizaba Matías: ‘los matamos, muchachos, los matamos’. La verdad que ese equipo jugó con personalidad porque nadie se achicó, ganamos los duelos personales y cuando teníamos que enfrentar el mano a mano, lo hicimos. Fue un trabajo casi perfecto, fue lo que nos dio, el jugar en equipo, que es lo que demostramos en la Liguilla y en el torneo. Eso fue lo que nos dio para salir campeones.

— Cuando Alanís mete ese gran servicio que Pulido patea para vencer a Nahuel, ¿qué pasa por tu mente en la euforia, te das tiempo para celebrar o tratas de mantener la concentración?

— Fíjate que sí celebras y gritas el gol con todas tus ganas. Pero a mí me pasaba que celebro en corto y lo primero que hago es que no nos vayan a madrugar, no dejarte ir por esa inercia del gol, porque cuántos partidos no has visto que hace un equipo gol y a los cinco minutos le empatan. Siempre pasa cuando hay una euforia impresionante en la cancha. Yo sabía que no me podía pasar, estaba feliz, pero no podía excederme en festejar. Me acuerdo que le hablo al “Chapo”, le hablo a Alanís, le digo ‘más vivo que nunca, seguimos apretándolos’. Eso era lo que me tocaba, tratar de poner orden en la cancha, ubicar a mis compañeros, que no perdieran la cabeza. Íbamos ganando, pero teníamos que seguir atacando y defendiendo a muerte.

— El segundo gol, el del “Gallito” Vázquez, ¿lo vives igual o en ese sí te sueltas más al sentir cerca el título?

— Lo grito igual, aparte no estaba lejos de la jugada, pero siempre se me ha quedado grabado eso en la cabeza una vez que madrugó no sé qué equipo, que todos se fueron a celebrar afuera, de repente sacaron y tómala. Siempre es algo que me quedó, entonces soy de rápido ubicarme y más sabiendo que ya era el segundo tiempo, que necesitábamos concentración total de todo el equipo, porque los últimos minutos siempre son los más peligrosos, no sé por qué. Aunque los equipos estén cansados, siempre en los últimos minutos hay anotaciones. Entonces, era momento de estar tranquilos y seguir hasta que pitara el árbitro íbamos a poder festejar.

— Viene un descuento de Tigres y eso provoca un momento de tensión, pero a la vez el estadio juega un partido que no le había visto nunca. ¿Esos últimos minutos cómo los vivieron en la cancha?

— Era mucha tensión, uno en la cancha a veces no escuchas a la afición, pero ese día, cada jugada la gente jugó un papel muy importante. Nosotros seguíamos con la máxima tensión y concentración. A veces el grito de la gente no te permite hablar a tus compañeros porque no te escuchan. Teníamos esa sincronía atrás de saber que no podían entrar por el centro, que si nos iban a entrar que fuera por fuera. Estábamos tratando de cerrar espacios y desesperar a Tigres. Un equipo que va perdiendo lógicamente va al frente, los centrales adelantaron líneas, pero teníamos gente muy rápida por fuera y sabíamos que en cualquier momento que ellos vinieran, podríamos contragolpear y marcar el tercero. Tigres es un equipo muy fuerte, con jugadores de gran técnica, empezaron a mover el balón como sabían, de un lado a otro, pero nosotros tratamos de no regalar espacios, esperando el momento justo para contragolpear y hacer el tercero. Fueron momentos de mucha tensión cuando Sosa nos hace el gol. Fue una llamada de atención que no nos podíamos relajar, porque si hubiéramos estado más atentos, ese tiro lo hubiéramos tapado. Era jalar orejas y seguir por la misma, no desesperarnos, porque la desesperación te puede llevar a cometer errores y ahí hubiera estado complicado.

La polémica y el sonido más dulce

— El propio Ismael protagoniza contigo una jugada que es polémica hasta hoy. Después del partido, caliente por el resultado, Sosa declaró que a Luis Enrique Santander le habían “faltado huevos para marcar el penal” y que en la cancha les explicó que marcó un fuera de lugar, lo que en teoría anulaba lo que viniera después. ¿A tres años de distancia, cómo interpretas lo qué pasó?

— Mucha gente por esa situación quiere demeritar esa situación o como le quieran llamar. Se hablaron de varias jugadas. En ese momento lo que intentaba era rebotar el balón hacia Ismael y él se estira, he visto la jugada mil veces... él estira la punta para llegar al balón y no te voy a decir que no hubo contacto. Sí hay un contacto, es la realidad, pero cuando voltea el árbitro Santander, el asistente tenía alzada la bandera, porque venía por fuera la ‘Chilindrina’ (Damián Álvarez), Ismael Sosa ya no iba a hacer por el balón. Él toca con la punta, pero ya no llegaba. Si Ismael hubiera seguido con la misma jugada obviamente hubiera sido un penal. Lo marcaran o no la realidad es que sí hubo un contacto, pero cuando él indica que el bandera marca la posición adelantada, eso se lo explica a Gignac, se lo explica a todos los que fueron a reclamarle. Uno estaba así con el nudo en la garganta, decías no puede ser. Pero al final del día siempre hubo jugadas polémicas en esa Final. El primer partido el empujón de Gignac a Ponce, que si hubiera existido el VAR, ese gol habría sido anulado porque para desprenderse de la marca mete el empujón. Hubo muchas cosas, una entrada también no recuerdo si Aquino sobre Pizarro que también era para roja y no se expulsó. Hubo muchas jugadas polémicas, pero al final del día y mira que yo soy muy autocrítico de las cosas que hago bien o mal, la verdad en ese momento Chivas sí fue superior a Tigres, por la intensidad que mostró, tuvo mejor control de balón. Si se me critica, no me interesa, cada quien ve el futbol a su forma y lo que yo veía en la cancha fue un Chivas superior, no exageradamente superior. Fue un partido muy reñido, donde los dos equipos intentaron hacer lo mejor para ser campeones, pero sí te puedo decir que la entrega que tuvo nuestro equipo y esa garra en cada jugada, eso es lo que me deja tranquilo. El poder alzar la copa, después que pita el árbitro, eso siempre me lo llevaré toda la vida.

ISAAC ORTIZMEXSPORT

— ¿Por qué crees que tres años después haya quien mantenga viva la polémica o que incluso busque demeritar lo que lograron?

— Porque así es la gente, no les gusta ver al mexicano triunfar. Es a lo que vamos, es muy complicado y no lo digo yo nada más, lo han dicho bastantes jugadores. La gente que se va a Europa se da cuenta de eso, es un tema ya trillado, el que le quiera dar importancia, si es aficionado de Chivas qué bueno, que lo disfrute y el que no, está en todo su derecho de saber si le gustó o no le gustó. Al final del día no estás para darle gusto a nadie, estás para tratar de trascender en tu carrera, hacer bien las cosas, defender a tu institución. Es así, habrá gente que no le gusta y si no le gusta, pues ni modo. Ahora que se invente otra historia esa gente que no le pueda gustar, que traten de darle otro final. La historia así fue, así sucedió, como ha sido en miles de partidos, en Copas del Mundo, en lo que tu quieras han pasado muchas cosas. Si demeritan el trabajo de un grupo que se esforzó, es cuestión de ellos. Te apuesto que los que estábamos ahí y toda la gente que vio ese partido se queda totalmente tranquila. Más siendo aficionados de Chivas, no por conseguir un título, sino por la forma en que se mató su equipo en la cancha, que realmente fue superior al rival en esa Final. Ya después habrá enojos, habrá lo que tú quieras, pero es cuestión de cada quién. Uno tiene que respetar, si a la gente le gusta o no, uno se queda conforme con su trabajo y sabiendo que te rompiste el alma por conseguir un título. Eso es con lo que yo me quedo.

— Después de que pasaste este momento de tener el nudo en la garganta, al no saber si marcaban fuera de lugar o el contacto que hubo en el área, termina el partido pocos segundos más tarde. ¿El silbatazo final para ti que significó, pues venías de un club en el que perdiste un título increíble y tenías muchas ganas de hacer historia con un club grande?

— Es el sonido más dulce que he escuchado en toda mi vida. Ese pitido final es el sonido más dulce que hayan escuchado mis oídos. Se te pasa una película, de verdad, a mí me pasó una película del esfuerzo, de los fracasos, de las pretemporadas, es algo rápido, imágenes que te llegan a la cabeza, el saber cómo sufriste y todo lo que superaste para estar en ese momento para decir: lo logré, al fin, se acabó. Lo logré, lo logré y lo logré. Viene el llanto, te empieza a dar esa emoción y empiezas a llorar al saber todo lo que has sacrificado, los momentos que me tocó trabajar todas las noches cuando estaba chiquito para poder comer, para poder estar en esto, el tiempo que viajaba en el metro o me subía a un pesero en la Ciudad de México, cuando estaba en Irapuato y veía los partidos, las Finales esas por ascender. Era una infinidad de flashazos que se me venían, decía no manches, lo logré, lo logré y lo logré. Son momentos que ahorita me los haces recordar y se me enchina la piel porque nunca olvido de dónde vengo, de dónde salí. No olvido lo que me ha costado llegar a Primera División, no olvido lo que me ha costado poder ser campeón. Por eso lo disfruto doble y cada que se viene ese aniversario del campeonato, lo seguiré disfrutando, no por vivir del pasado. Nunca me ha interesado vivir del pasado, simplemente te acuerdas y cada quien debe tener buenas vivencias que le puedan alegrar la vida. Esa es una de las que a mí me lo alegra.

Lo más visto

Más noticias