Más allá del show de medio tiempo del Super Bowl LIV
El Super Bowl es el evento deportivo más importante y trascendental de Estados Unidos. No hay nada más icónico, deportivamente hablando, ni más representativo de su cultura que el gran juego de fútbol americano. Es toda una fiesta y un magno evento con la mayor calidad de organización, un producto de mercadotecnia y publicidad perfectamente desarrollado con el objetivo de generar dinero, audiencia, atención y diversión que, con todo lo que involucra, se alarga por más de una semana.
Una de tantas atracciones, la más importante, es el medio tiempo, que además es el espacio en el que la NFL atrae nuevos públicos, viste el partido, hace el espectáculo más atractivo, más familiar. Pase lo que pase en el emparrillado, lo sucedido en el escenario es de lo que más se habla en los días posteriores.
Desde hace meses se dio la noticia que Shakira y Jennifer López serían las encargadas de amenizar la mitad del encuentro. Su presentación fue espectacular. Llena de cultura, de ritmos, de alegría y de talento. Tanto así que pareció haber más rivalidad entre una y otra actuación que entre los equipos que disputaron el título.
Habría que empezar por entender el porqué compartieron el espectáculo; no es porque no sean artistas lo suficientemente consagradas como para necesitar a la otra para llenar el escenario. Las dos tienen experiencia y han estado relacionadas con el mundo del deporte. Shakira ha cerrado tres Mundiales seguidos, cosa que no ha hecho ningún otro artista en la historia, y es una de las personas más influyentes y reconocidas de habla hispana en el mundo. La carrera de Jennifer se ha desarrollado más en EEUU, abrió el Mundial del fútbol en 1994 y repitió 20 años después en Brasil, lo único que demuestra cómo se ha mantenido vigente y como referente.
Esto no fue una competencia, no se necesitaban, se unieron y sumaron. Las cosas compartidas saben mejor. El éxito compartido sabe mejor. Ninguna es más, ni es menos; ambas tuvieron un derroche de talento, sin necesidad de una gran producción. Fue, sin duda, el medio tiempo en el que más talento se pudo apreciar sin acudir a una producción abrumadora. Que iría en contra de la personalidad de Shakira y de su identidad como celebridad; es embajadora de la UNICEF y dona mucho dinero para la educación en países pobres.
Las dos brillaron por separado y brillaron juntas. Cada una en su momento y su tiempo, lección que el sol brilla para todos. Fueron una muestra de lo que se logra cuando se suman fuerzas y se trabaja en equipo.
Circularon dos vídeos de lo que no se vio en televisión. En el primero se ve a JLo durante la presentación de Shakira, mientras su equipo le da los toques finales para subir al escenario, tarareando y disfrutando las canciones de la colombiana. En el segundo se ve a ambas dándose un abrazo sincero y solidario tras la presentación. Un abrazo lleno de éxito, de orgullo y de complicidad, que resume lo que fue el trayecto de esta experiencia para ambas y que el haberlo competido solo lo enriqueció.
Esta presentación cobra mayor relevancia cuando se entiende que en Estados Unidos se ha fortalecido el discurso político contra los latinos, parte fundamental de la cultura, sociedad y economía estadounidense. Ambas lograron replantear el prejuicio y traducirlo en trabajo, éxito, enriquecimiento, capacidad, diversidad y alegría. Fueron dignas representantes de los valores, el idioma, los retos y la riqueza de la comunidad.
En esta época necesitamos ídolos y ellas lo son. Para las mujeres, para las latinas, para las niñas y para todos. Mujeres trabajadoras, exitosas, madres, preocupadas por su entorno social y políticamente activas. Son prueba viva de que con dedicación, seriedad y trabajo podemos triunfar en cualquier ambiente. Son mujeres que a lo largo de su carrera han roto estereotipos, que han sido disruptivas y han marcado una época y estilo. Han luchado contra un estándar de belleza y han sido auténticas. Han abrazado su individualidad y sus diferencias.
Son mujeres mayores de 40 años que se presentaron con enorme vitalidad a cantar en dos idiomas, a bailar y presentar distintos ritmos latinos. Shakira también se dio el lujo de tocar la guitarra y la batería. JLo pudo compartir escenario en un momento con su hija, también llena de capacidad y talento.
Otra que brilló e hizo historia el domingo fue Katie Sowers. Hablemos de romper estereotipos, talento y trabajo duro. Katie es entrenadora, asistente ofensiva de los 49ers y es la primera mujer y la primera persona abiertamente gay en entrenar en un Super Bowl. Con 33 años de edad, Sowers es la tercera coach en la historia de la NFL. Sus dos antecesoras son Lee Brandon, que militó en los Jets en 1990 y Kathryn Smith, que estuvo con los Bills en 2016.
Katie lanzó un mensaje en sus redes sociales: “Si tu hija sueña con ser entrenadora de la NFL....o bailarina....o jugadora de futbol profesional....o maestra....o enfermera....o doctora....o astronauta....o incluso presidenta...sólo déjale saber que....ella puede hacerlo....y entonces ella cambiará al mundo”.
Este domingo durante el Super Bowl tuvimos lecciones de trabajo, de éxito y talento que fueron más allá de lo hecho en el campo por Chiefs y 49ers. Todas estas lecciones nos quedaron más allá del show de medio tiempo.