Paola Longoria es una locura
Si buscas en Google “raquetbol”, las primeras referencias que te da el buscador son de Paola. Paola Longoria es, sin duda, una de las mejores atletas mexicanas de la historia. Para mí, está fácilmente en el top 3 y pasará mucho tiempo para que veamos un deportista de su tamaño, importancia y triunfos. En lo personal, toda mi admiración y respeto.
Longoria ha estado durante años en lo más alto de su deporte, invicta por rachas históricas y con títulos y trofeos como si fueran puntos durante un partido. Este fin de semana, consiguió el campeonato 100 en su carrera profesional al coronarse en el US Open, torneo que ha ganado 10 veces de manera consecutiva; la primera vez que se coronó tenía 18 años.
Por si fuera poco, es 10 veces medallista en Juegos Centroamericanos y nueve en Panamericanos; todas sus preseas han sido de oro, lo que la convierte en la máxima campeona mexicana en la justa continental.
En 2010, fue Premio Nacional al Deporte y desde hace varios años trabaja en promover el deporte y hacer que crezca el raquetbol en nuestro país. Abrió en San Luis Potosí una escuela pública que va desde principiantes hasta el alta rendimiento, con la idea de regresar al deporte un poco de todo lo que le ha dado, como Paola si le debiera algo a alguien. También busca que su escuela ayude en la lucha contra la obesidad en nuestro país, así como facilitar el camino para que algún otro talento mexicano pueda hacer “lo que ella no pudo”. Eso es amor al deporte, eso es visión, eso es generosidad. No por nada es una leyenda.
Si el raquetbol fuera deporte olímpico habría que ir sumándole a México una de oro en el medallero desde ya. Lleva años intentado entrar en la competencia de los cinco aros; de lograrlo, Paola ha declarado que le gustaría representar a México. Lamentablemente, el camino para que el COI acepte la disciplina dentro del programa olímpico aún es largo.
Paola es tan buena que lo hace ver muy fácil. La disciplina, dedicación, preparación y la mentalidad que se requiere no solo para llegar, sino para mantenerse durante tanto tiempo, es algo que, me parece, no lo acabaremos de dimensionar hasta muchos años después de su retiro. Esto no es normal. Es histórico. Es una locura.