Dan último adiós al “Perro” Aguayo
En una ceremonia se realizó la despedida del luchador mexicano, a la cual asistieron varias personas entre familiares, amigos y aficionados.
Familiares, amigos, admiradores y algunos ex compañeros de profesión se han reunido para darle el último adiós a una leyenda. El féretro al frente. Lágrimas a lo largo y ancho de la capilla. Es la despedida de don Pedro “Perro” Aguayo, un icono de la lucha libre mexicana. Hoy, descansa en Paz, ya reunido con su hijo, fallecido en marzo de 2015.
El violín y el piano suenan durante la misa de cuerpo presente. El canto estremece. La capilla en el Recinto Funeral Colonias, de la ciudad de Guadalajara, no está llena, pero cada persona ahí reunida guarda un grato recuerdo del llamado “Can de Nochistlán”, admirado en el cuadrilátero y muy querido fuera de él.
Entre los deudos, una idea reconforta en medio de tan grande pena: el “Perro” Aguayo está ahora con su hijo, fallecido el 21 de marzo de 2015, durante una lucha celebrada en Tijuana. Siguió los pasos del padre. Vivió con la misma intensidad el amor por este deporte. Y fue ahí, sobre un encordado, donde terminó su presencia terrenal.
“Don Pedro se prolongó como luchador en su hijo, se prolongó paternalmente en su hijo. Su hijo fue una extensión de su amor por el deporte, también su emoción, su gusto y su pasión por la lucha libre. Don Pedro pertenece a aquella generación en donde el deporte tenía una manera quizá muy rudimentaria, como eran las cosas anteriormente. Se hizo acompañar de consejos de gente que lo fue perfilando para ser una buena persona y un buen luchador”, recuerda el padre Ricardo, sobrino del ex luchador.
Luchadores como “El Satánico”, “Maldad” y “Khan” hacen guardia alrededor del féretro durante la misa de despedida. Esposa, hijas y nietos del “Perro” Aguayo también lo acompañan en otros momentos del evento religioso. Hacia el final, es Luz Ramírez, esposa de don Pedro, quien toma la palabra para agradecer a los presentes, pero también para expresar su profunda tristeza.
“Pedro vivió con gran dolor desde el 21 de marzo de 2015 y al no soportar tanto dolor, el 3 de julio de 2019 su corazón dejó de latir. Pedro, nos dejas una profunda tristeza, pero nos reconforta saber que ahora eres muy feliz por haberte reunido con la luz de tus ojos. Los amamos y los amaremos siempre”, sentencia.
Entonces, la capilla se une en un aplauso que acompaña el féretro de Pedro Aguayo Damián de regreso a la carroza. Los familiares más cercanos lloran fuera de ella. La última escala será el crematorio. El “Perro” recorre ya ese camino eterno por el que andan las leyendas que, aunque mueran, seguirán siempre presentes