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ENTREVISTA | PATINAJE ARTÍSTICO

Donovan Carrillo y Juan Gabriel como oda a su madre

El célebre patinador mexicano, que se prepara para su segundo Mundial, platicó con AS sobre su carrera, bullying, apoyos gubernamentales, sacrificios y sueños.

Ciudad de MéxicoActualizado a
Donovan Carrillo y Juan Gabriel como oda a su madre
Neta AD

Donovan Carrillo (1999, Zapopan) es una rareza en la anatomía de la "identidad mexicana". Un bailarín sobre el hielo que elude estereotipos a piruetas y saltos. Ha llevado la bandera tricolor a tundras que, antaño, solo eran conquista de rusos, canadienses, estadounidenses. "Es un deporte invernal, ¿qué vamos a saber nosotros?", es el prejuicio, uno de tantos, que Donovan, admirador del español Javier Fernández (medallista olímpico de bronce en PyeongChang 2018, otra historia como la suya, a contracorriente y casi clandestina) debe afrontar cuando se calza los patines antes de que la megafonía anuncie su nombre, en Anaheim, en Milán, en Saitama. Palabras. Después, la magia. Sobre el hielo se mueve con la gracia de un cisne, un baile cadencioso, fluido, torrencial; la delicadeza de un bailarín en dominio de la madera pulida y la potencia de un gimnasta sobre el piso de goma y resorte.

Donovan no solo es el portador del águila y la serpiente donde nunca se le había esperado; su pretensión es llevar el lábaro aún más alto, más rápido, más fuerte. Al Olimpo. A Pekín. Cumplir el sueño de una vida. Hacer realidad una quimera. Quitar el prefijo a la palabra "imposible". Que en México germine la semilla del patinaje artístico, del olimpismo invernal, del esfuerzo por un sueño improbable: "No hay una limitante que me diga 'hasta aquí vas a llegar'. Mi meta es llegar a la justa olímpica y representar a mi país dignamente".

El amor empezó todo

A los ocho años de edad, antes de cumplir los nueve, Donovan comenzó a sentir el hielo. Antes, había practicado gimnasia y clavados. Su hermana Dafne, tres años mayor que él (22, actualmente) también compartía la inquietud por los deportes. Sus padres, profesores de educación física, les inculcaron la cultura de compaginar estudios. Dafne comenzó en la gimnasia rítmica y convenció a sus padres para inscribirla en una pista de patinaje en Guadalajara (Ice Land). Al ver a su hermana sobre el hielo, la curiosidad lo invadió. "La veía entrenar los saltos, los giros y sus rutinas y me llamó tanto la atención el deporte que empecé a intentar los elementos en el piso, como los saltos, y poner música e improvisar una rutina", recuerda en charla con AS después de un día de entrenamiento; hace 11 años, imaginaba saltos mientras aguardaba por el final de la clase de Dafne; hoy, está a un mes del Mundial de Patinaje, el primer mexicano en las 'ligas mayores' (debutó en la edición de 2018, en Milán).

Fue el arte lo que atrajo a Donovan al patinaje. Y el amor. Aquel inocente y desaforado amor infantil. "Conocí a una niña que me gustó, le propuse la idea a mis papás de empezar en el patinaje artístico, buscando acercarme a ella". La chica, no obstante, debió mudarse de ciudad y dejó la pista a los dos años. Pero Donovan ya no se desprendería del patinaje. "Ya no lo pude dejar. Me fui enamorando cada vez más del deporte, hasta que se convirtió en mi pasión".

Gregorio Núñez, quien entrenaba a Dafne desde antes, vislumbró sus aptitudes desde el primer momento. Hoy en día, su vida está totalmente dedicada al hielo, a su sueño de vida, aún bajo la tutela de Núñez, como desde hace 11 años. El día empieza a las 7 am, dos horas de acondicionamiento físico, cuatro en la pista, una de ejercicios en suelo y, para cerrar, un rato para compartir sus conocimientos con las alumnas (no hay un solo alumno) de la pista Ice Sports Center de León. En total, al menos siete horas para su preparación, sin contar el resto de actividades ligadas al patinaje. Aún le queda batería para dedicar los fines de semana a estudiar cursos en fisioterapia y preparación física, disciplina a la que aspira a dedicarse cuando cuelgue los patines. Ya ha obtenido algunos diplomados al respecto. Donovan terminó la preparatoria y suspendió los estudios para enfocarse, de lleno, al hielo. Su futuro, así desea, también pasa por las aulas, seguir preparándose cuando la aventura haya terminado. 

Los sacrificios

El patinaje es un deporte caro. Más allá de la dedicación y el trabajo diario, la inversión que tienen que hacer las familias es extensa: los patines, las cuchillas, las clases particulares, el uso del hielo, la confección de los trajes y vestidos. La familia de Donovan se ha entregado en cuerpo y alma al sueño de su hijo: "Ha sido desafiante. Hemos tenido que negar mi participación en algunos eventos internacionales porque no completamos el gasto para asistir a éstos. Sin embargo, nunca nos hemos rendido. Mi familia ha hecho lo que está en sus manos, han pedido préstamos, han realizado rifas, colectas, venta de playeras, casas, todo con el motivo de recaudar fondos para los gastos que la carrera demanda". Núñez, el entrenador, incluso ha tenido que desembolsar recursos propios para sufragar viajes a competencias; la clasificación al Mundial y el vivo sueño olímpico es el resultado de un cúmulo de esfuerzos y buenas intenciones: "Todos hemos puesto de nuestro granito de arena". Hasta personas ajenas a su círculo cercano se han acercado a apoyar: "Ha habido personas que dicen 'me gustaría apoyarte con el vuelo, con los alimentos, el viaje, o se acercan y me apoyan con 50 dólares, 30 dólares, 100'".

Actualmente, la situación es notoriamente mejor. Donovan recibe patrocinios en especie de marcas como Edea (patines), MK (cuchilas) y Li-Ning (ropa de entrenamiento). Añadido, el miércoles 13 de febrero sostuvo una charla con la Comisión de Cultura Física y Deporte (Conade), en la que concertó su inclusión en el programa FODEPAR (Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento): "Me van a apoyar para que ya no tuviera que preocuparme por el gasto de viajar a la competencia en Japón. Esperemos que este programa me ayude a seguir compitiendo, dejar esta preocupación y enfocarme en lo que me corresponde que son mis entrenamientos y las competencias", comparte. El sustento ha tranquilizado a Donovan y le ha permitido concentrarse al pleno, despreocuparse por traslados y viajes y que solo sus rutinas ocupen su mente: "Es quitarme un costal de 1,000 kilos de encima". Eso sí, no conoce más detalles sobre qué beneficios le generará la inscripción al FODEPAR. De entrada, el viaje a Japón se pagará a partir de ese acuerdo.

Si quieres apoyar económicamente la carrera de Donovan, puedes hacerlo a través del portal https://donovancarrillo.com/ y realizar tu aportación al hacer clic en 'apóyame ahora'. El monto a donar aparece en dólares estadounidenses.

Juan Gabriel, la inspiración

México conoció a Donovan en 2016, cuando su interpretación de Hasta que te conocí durante el Junior Grand Prix (JGP) en Yokohama, Japón, conmovió al país en los días posteriores a la muerte del 'Divo de Juárez'. A raíz de ello, alcanzó notoriedad y su nombre comenzó a aparecer en los medios de comunicación a nivel nacional. Patinar con la música de Juan Gabriel es un homenaje al cantautor, claro, y también a sus propios recuerdos de infancia y, sobre todo, a su madre, Diana: "‘Hasta que te conocí’ es una de sus canciones favoritas. Decidí patinársela como una oda hacia ella". Ahora, después de dos temporadas con el mismo repertorio, Donovan ha decidido cambiar su elección para el programa largo. En el Mundial de Saitama presentará, para el programa corto, una pieza juguetona llamada 'Jazz Machine'. De pasar el primer corte y llegar a la final, resonará por las bocinas del Saitama Super Arena 'Ya lo sé que tú te vas'. La elección tiene un porqué: "Tuve que dejar mi casa a los 13 años para seguirme desarrollando en el patinaje artístico. Por eso, se la dedico. Siempre me he identificado con las canciones de Juan Gabriel y mi familia también".

Obstáculos fuera de la pista

A pesar del éxito y la notoriedad nacional, de convertirse en el primer mexicano en aterrizar un triple axel en el ISU Four Continents en Anaheim hace dos semanas, y de su clasificación al Mundial de Saitama (18-24 de marzo), Donovan ha sido blanco de burlas y bullying cibernético. Su cuenta de Twitter se llenó de mensajes en su contra, por su condición de hombre patinador. Los mismos prejuicios que había tenido que enfrentar en la escuela, como si el patinaje fuera exclusivo de un género, o distintivo de una preferencia sexual. La batalla también se ha librado fuera del hielo: "Ha sido difícil. En México, el patinar, o realizar alguna actividad relativa al arte, como el ballet, la gimnasia artística, te encasilla. Hemos tenido que aprender a vivir con esos prejuicios, estos adjetivos calificativos que ya tiene la gente hacia quienes practicamos estos deportes. Gracias a lo que he crecido, aprender a ignorar, aprendes a que no le das la importancia a algo que antes dolía. Siempre va haber personas que traten de demeritar tu trabajo, tratar de hacerte sentir mal de alguna manera. Entre más importancia le des a este tipo de comentarios, más te afecta", confiesa, liberado. 

Donovan ha aprendido a lidiar con los insultos gracias, en gran parte, a su cercanía con su familia. Los prejuicios no son nuevos. Desde su etapa como novel gimnasta, los ataques eran comunes. En 2016, hizo frente al bullying a través de respuestas a tuits. La experiencia le ha ayudado a pasar página: "A partir de ahí, muchos comentarios se redujeron, bastante, y mucha gente ha aprendido a valorar de qué se trata el patinaje artístico, y de que no es una actividad que defina tus prácticas sexuales". Que la palabra 'gay', en sí misma, por supuesto que no es un insulto, ni debería serlo, pero los mensajes en redes sociales la abordaban con intención hiriente para calificar a un patinador profesional. Doble prejuicio.

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Reuters

"No hay límites"

El objetivo de Donovan son los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín 2022. Para ello, su participación en torneos internacionales debe incrementar: Mundiales ISU, Grand Prix. Perpetuar su presencia en las 'grandes ligas' del patinaje, codearse con nombres como Yuzuru Hanyu, bicampeón olímpico, considerado como el mejor patinador de todos los tiempos, un auténtico fenómeno cultural en Japón. Competir a esa altura aún es asignatura pendiente, pero Donovan está listo para afrontar el reto: "Siento que aquí en México es muy común que las personas digan: ‘Si nadie ha logrado cuádruples, ¿cómo lo va a hacer él?’. Porque, si es así, vas a llegar hasta ahí, hasta donde tú digas. He tenido suerte de tener a un entrenador que me ha ayudado a no imponerme límites".

El triple axel conseguido en Anaheim ha puesto a Donovan en un nivel élite, en el cual solo hay pasos más duros por delante. Es el tren que lleva a Pekín, al sueño. ¿Ya están los triples? Que vengan los cuádruples. Y los campeonatos. Y las clasificaciones: "Ya hemos empezado a trabajarlos, obviamente no en cantidades exageradas, porque son saltos de mucho impacto y alto riesgo". Y, con ello, abrir el camino para los nuevos talentos. Los que llevarán su estafeta en los años venideros. Para que Donovan no quede como una "rareza" en el conglomerado de deportistas mexicanos: "Darle esa esperanza a las nuevas generaciones en México de que cuando uno trabaja duro, sí puede lograr este tipo de saltos. No por ser mexicanos es señal de que no lo podemos hacer, todo lo contrario".