Los sonidos latinos de la tierra mundialista
Los sonidos de la capital rusa son por hoy como al otro lado del mundo. Pero quizá no sólo por hoy. Y quizá no haya sido coincidencia.
El amplificador lo lleva en una maleta con rueditas. Cargarlo, en definitiva, no sería práctico. La silla es plegable y la coloca con facilidad, pegado a la pared. Sus instrumentos: una guitarra y un pequeño panero que lleva atado al pie izquierdo. Ahí, en plena Calle Arbat, se acomoda el sombrero y comienza su interpretación.
Este es uno de los puntos más visitados por los turistas en Moscú. Durante la Copa del Mundo, se ven camisetas de todos los equipos participantes transitando por aquí. En el Siglo XVIII era centro de reunión de escritores, pintores y demás artistas de la ciudad, atraídos por sus pintorescos restaurantes.
Hoy, conserva parte de ese aire artístico. Desde 1970 es una andador. Los automóviles ya no entran. Ahí se pueden comprar libros, pinturas o souvenirs. También tomar café mientras se lee. O simplemente disfrutar de espectáculos callejeros como el que ese hombre acaba de iniciar. La tonada, para un mexicano, resulta espectacularmente conocida.
Consuelito Velázquez se sentiría orgullosa. Su voz no está: de hecho, ninguna otra, pero las notas de “Bésame mucho” llenan la calle Arbat. La gente se acerca a darle dinero al hombre, cuyo setlist es peculiar. Toca también “La Bamba”, “Lambada” y “Guantanamera”... demasiado latino para ser Rusia. al final, podría ser una simple casualidad.
Pero el recorrido por la ciudad, en un día en que no hay futbol durante esta Copa del Mundo, lleva al Distrito Presnensky de esta capital. En el Parque Krasnaya, algunos habitantes de esta ciudad, mayormente mujeres, acuden cada jueves, después del trabajo, para tomar clases gratuitas de baile al aire libre.
El protocolo es sencillo: el instructor marca, sobre el escenario, los pasos con indicaciones seguramente muy precisas, pero ininteligibles para un mexicano que no habla ruso y después, decenas de personas le siguen, ya con música. Ella, colocada en primera fila, parece sonreír al ritmo de la música. Es difícil saber si entiende lo que escucha, pues es en español, pero en sus ojos azules hay alegría. Sin duda.
Suena “Échame la culpa”, de Luis Fonsi y Demi Lovato. Luego, bachata: “Dejavú”, de Prince Royce y Shakira. Para cerrar, Celia Cruz canta: “Todo aquel que piense que la vida”... explota “La vida es un carnaval” en el Parque Krasnaya. Y ella gira, va de un lado a otro, sin parar de sonreír. Lo mismo que decenas de moscovitas. Los sonidos de la capital rusa son por hoy como al otro lado del mundo. Pero quizá no sólo por hoy. Y quizá no haya sido coincidencia. “Nos gusta la música latina”, dice una de las aprendices en la clase de baile. Así vive la tierra mundialista.