Moscú
La escena solo es posible mediante la magia de la Copa del Mundo. La Banda El Recodo, de Don Cruz Lizárraga, se apodera del escenario en Moscú, como si estuviera en tierra sinaloense.

La escena solo es posible mediante la magia de la Copa del Mundo. Un par de jovencitas rusas procuran seguirle el ritmo a la música de la Banda El Recodo. Sí, rusas... Francamente, en el intento tienen poca fortuna, pero su deseo de hacerlo es infinito y digno de reconocer.

Sus acompañantes, sobra decirlo, son mexicanos. Uno de ellas usa la camiseta roja de Rusia. La otra se ha colgado la enorme bandera de México a la espalda. Rubias. Ojos claros. Con una gran disposición a memorizar pasos de baile que en la vida había siquiera imaginado. La música de Banda inunda Moscú.

Cientos de personas se han dado cita en el Pabellón Mexicano, a muy pocos metros de la Plaza Roja, en el centro de Moscú. En las pantallas gigantes del lugar se ha transmitido el encuentro entre Bélgica e Inglaterra. Minutos después de finalizado el encuentro, anuncia la presencia de la “Madre de todas las Bandas”.

La Banda El Recodo, de Don Cruz Lizárraga, se apodera del escenario en Moscú, como si estuviera en tierra sinaloense. Su música llena el lugar con un acento absolutamente mexicano. Los compatriotas presentes celebran una noche para recordar. El resto de latinoamericanos gozan porque el ritmo no les resulta ajeno.

Y los rusos, sonríen mientras ven a mexicanos dando piruetas sobre el lugar que se ha convertido de repente en una pista de baile. Toman fotografías. Graban videos. Son culturas completamente opuestas. No basta con explicarles de qué va el Cielito Lindo. Esto sobrepasa todo. La Banda El Recodo les llena de alegría, aún sin entender nada de lo que en el escenario se canta.

Los más intrépidos, se arriesgan al baile. Especialmente ellas. Una con la camiseta roja de su selección, la otra con la bandera de la que al menos por esta noche ha decidido adoptar como su nación. Así se vive la Copa del Mundo en Moscú.