Triunfo en la cancha; en la tribuna, goliza
40,000 mexicanos se dieron cita en el Estadio Luzhniki de Moscú, para presenciar un partido histórico para el Tri. El ambiente fue insuperable.
Hay cantos que salen del alma. Transcurren los últimos segundos cuando cerca de 40,000 personas se ponen de pie en Luzhniki y entonan el segundo himno de México. “Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, Cielito Lindo, los corazones”, retumba lejos de tierra azteca, pero como si lo fuera.
Unidos en un abrazo eterno, los mexicanos cantan. Porque cuando están tristes, cantan. Cuando están felices, cantan. Y cuando sienten la enorme presión de la instantes final, cantan. Es lo mejor que se puede hacer cuando el silbatazo final parece tan lejano.
Y así, unidos como un solo ser de 40,000 cabezas, festejan cuando escuchan el sonido de la gloria: último pitazo del árbitro. En la cancha, México ha derrotado 1-0 al campeón Alemania. Apretado. Sufrido. A diferencia de la tribuna: ahí, el Tricolor ha goleado con amplitud.
Triunfo en la cancha; en la tribuna, goliza
Rostros de felicidad: Mexicanos celebran el triunfo
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Rostros de felicidad: Mexicanos celebran el triunfo
Porque desde antes del inicio del encuentro, el verde ha invadido Moscú. Porque los “oles” acompañaron los toques mexicanos en la primera parte, cuando el equipo jugó como pocas veces. Y porque esos miles de aficionados entendieron lo que se jugaban: han venido a Rusia en representación de millones que no han podido. Porque si de tratar se tratara, casi todo el país estaría aquí.
Comprendieron su papel y jugaron un partido de Copa del Mundo. “Y ya lo ven y ya lo ven, somos locales otra vez”, cantaban, de pie, apenas al minuto de empezado el partido. Han dejado claro desde el inicio que la casa podrá haberla construido Rusia, pero por este domingo es de los mexicanos.
La explosión del gol de Hirving solo es comparable con la del silbatazo final. Instantes después del tanto, otro cántico que estremece la piel: “Eeeeeel Chucky Lozaaaaaano”. Y el grito intimida. Impone. Deja claro, con autoridad, lo que todo mundo puede percibir: la casa es de México.
El verde vuela en Moscú. Flota el color de la esperanza. Pero lo que 90 minutos antes era un sueño, ahora es una realidad: en la cancha, México ha ganado; pero en la tribuna, ha goleado
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