La fiesta del Mundial invade las calles
En diferentes urbes rusas como la calle Nikolskaya, las nacionalidades no existen. Todos están ahí por devoción a una religión: el futbol.
La Plaza Roja está cercada. Las vías que confluyen en el icónico sitio permanecen cerradas para los peatones. Es día de concierto ahí, de modo que sólo es posible acceder con boleto. Por eso, la celebración se traslada a las cercanías. La calle Nikolskaya se vuelve el punto de reunión. Ahí, la verdadera fiesta de la Copa del Mundo toma forma, pues es donde concluyen infinidad de culturas.
Para cualquier hispanohablante o incluso los propios rusos, lo que cantan aquellos hombres con camisetas verdes y blancas resulta simplemente incomprensible. Pero la pasión no sabe de idiomas y se distingue de inmediato que la patria, el orgullo, la ilusión o cosas similares deben aparecer seguramente en sus palabras.
Son aficionados de Arabia Saudita. Hacen suya la vialidad. No paran de cantar y quienes abarrotan la calle, graban videos y toman fotografías sin parar. Nadie, fuera de ellos mismos, parece entender lo que cantan. Pero todos crean al instante una profunda simpatía hacia ellos. Su país abrirá la Copa del Mundo, este jueves frente al anfitrión Rusia.
En la calle Nikolskaya, las nacionalidades no existen. En todo caso, todos están ahí por devoción a una religión: el futbol. Y así es como resulta posible que mientras los árabes cantan, los japoneses, colombianos, mexicanos, peruanos o rusos se detengan a un costado de ellos para tomarse fotografías o llevarse un video de algo que no comprenden, pero les emociona.
Sólo eso explica que cuando un árabe de turbante se topa con un mexicano de enorme sombrero, se abrazan, seguramente se desean suerte, estrechan las manos, se toman fotos y siguen su camino. Es también por eso que aficionados de todas partes detienen a los seguidores aztecas que portan máscaras. Da igual si es de Blue Demon o del Dr. Wagner. También parece que les da lo mismo que esté prohibido utilizarlas en vías públicas de Rusia.
Los mexicanos se encuentran ahí en menor número, pero igual emocionan cuando entonan el “Cielito Lindo”. Pero la tarde, este miércoles, se la roban los árabes. Cantan cosas que casi nadie comprende. Más la magia de la pelota les brinda la posibilidad de llegar al alma de quienes los rodean. Es la Copa del Mundo... en la calle Nikolskaya.