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100 HISTORIAS DE LA COPA DEL MUNDO | 55

Francia 1938 vivió uno de los juegos más locos en los Mundiales

Brasil se impuso 6-5 a Polonia en un encuentro de alarido que tuvo a Leonidas da Silva como la primer figura verdeamarela en la historia.

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Francia 1938 vivió uno de los juegos más locos en los Mundiales
Especial | FutbolNostalgia

Los Mundiales suelen regalarnos duelos de alarido, dignos de ser recordados a lo largo de la historia del deporte más bello del mundo, el futbol. Una de esas memorias imperdibles tiene como referente a la selección que más Copas del Mundo ha conquistado hasta nuestros tiempos, la Canarinha.

Se dice que las leyendas siempre tienen un parteaguas en su narrativa, lo cual hace más interesante y a su vez enriquecedora su historia. Tal es el caso de uno de los momentos más señalados de la selección brasileña, donde se comienza a generar esa mística y juego vistoso.

Para eso hay que remontarse muchos años atrás, justamente en la tercera edición de la Copa del Mundo, y para ser más exactos, nos remontamos a la justa mundialista de 1938, la cual se disputó en Francia, donde la Verdeamarela comenzó a mostrar esos dividendos que los tienen hoy en día como uno de los combinados más competitivos y ganadores del balompié.

La fase de grupos de aquel Mundial ofreció una de las batallas más impresionantes que se han vivido en este deporte, en donde los brasileños se impusieron por marcador de 6-5 a Polonia, resultado que fue acompañado de un gran espectáculo por parte de ambas selecciones.

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Especial | FutbolNostalgia

Se dice que aquella fue la primera generación de talentosos del futbol brasileño, la cual tenía como a estratega a Ademar Pimenta, quien fue el primer entrenador que pudo reunir una verdadera selección nacional, es decir, llamar simplemente a los futbolistas que consideraba mejores. Incluso, Pimienta optó por armar dos selecciones, el “azul”, de jugadores más fuertes y pesados, y el “blanco”, más ligero y habilidoso: La idea era que, en función del adversario, se utilizaran dos onces completamente distintos.

Sin embargo, aquella selección, tenía ya a su primer ídolo, de nombre: Leonidas da Silva, quien entre los muchos que brillaban en sus clubes y atraían multitudes a los estadios, ninguno se comparaba con el también apodado como, “Diamante Negro”, que ra el comandante de aquella selección brasileña.

El tan ansiado día llegó, 5 de junio de 1938, y el estadio de La Meinau ubicado en Estrasburgo abrió sus puertas para el primer partido entre brasileños y polacos, el cual, por sí solo, ya merecería un lugar destacado en la galería de los grandes duelos mundialistas. El partido arrancó intenso y a los 18 minutos, el equipo “azul” de Ademar Pimenta anotó a través de Leônidas, pero, apenas cinco minutos después, el arquero Batatais derribó dentro del área a Ernest Wilimowski, por lo que Fryedryk Szerfke, marcó la igualada y el primero de Polonia en una Copa Mundial de la FIFA.

Los primeros 45 minutos fueron intensos, donde todavía, Romeu y Perácio aceresentaron el marcador a 3-1 a favor de los brasileños. Sin embargo, la parte épica de aquella contienda se dio hasta la segunda mitad, la cual estuvo acompañada de una gran lluvia. El partido continuó con buen ritmo, pero todo se estremeció cuando Wilimowski marcó el segundo y después el tercero para los polacos, igualando la pizarra 3-3 apenas al minuto 59’, por lo que se ponía interesante el cotejo, Peráció volvió a poner al frente a la canarinha al 71’, y parecía por fin la victoria para los sudamericanos. Pero no, el partido siguió con las emociones a tope.

Wilimowski materializó su tercer gol a un minuto del fin del tiempo reglamentado, provocando la prórroga en el Estadio de La Meinau. Por  lo que ahora sí, es donde se escribe la bella historia de un gran encuentro de futbol, donde los arqueros se convirtieron en grandes héroes, pero el actor principal hizo su aparición, Leonidas da Silva tomó las riendas de la verdeamarela y a los tres minutos del tiempo adicional, el futbolista del Flamengo puso por delante de nueva cuenta a Brasil, con un gol que cuenta la leyenda que fue marcado con un pie descalzo, ya que el atacante perdió una de sus botas, y el árbitro sueco Ivan Eklind ni siquiera se percató, de tan manchadas que estaban sus medias por el lodo.

La victoria estaba cerca para Brasil, pues otra vez Leonidas se hizo presente al minuto 104’, para que el marcador se pusiera a su favor 6-4. Por si eso no fuera suficiente, Wilimowski perforó por cuarta vez las redes brasileñas a dos minutos de la conclusión del partid para el 6-5, y al filo del pitazo final,  Erwin Nyc, envió una pelota al travesaño, la cual pudo obligar a jugar una repetición para decidir quién pasaría a cuartos de final.

El silbante sueco pitó el final y se sentenció el partido con el 6-5 de Brasil a Polonia, por lo finalizaba uno de los encuentros más locos en una Copa del Mundo. Sin lugar a dudas, este encuentro es para la verdeamarela un parteaguas en su historia futbolistica, el cual tuvo en el nombre de Leonidas a ese jugador referente y diferente que comandó a su selección hasta el tercer lugar de Francia 1938.

Donde el buen desempeño de la Canarinha fue fundamental para que el pueblo brasileño se apasionara tanto por el fútbol, y el desempeño de Leônidas, quien fue el máximo goleador del certamen con siete tantos, y creó en su nombre una de las mayores personalidades de todo el país sudamericano.