Tercer tiempo

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El penúltimo viaje

Andrés Iniesta llena ahora la pupila del fútbol mundial. ¿Qué es el fútbol mundial? Un futbolista puede abarcar el mundo entero; desde un lugar minúsculo en el universo, Fuentealbilla, este muchacho de pelo débil, dispuesto desde la adolescencia a la calvicie, dotado de pies ligeros como Ulises, de franquicia para ganar a otros en el regate y en la estrategia, Iniesta se hizo dueño del fútbol tal como lo concibieron los maestros, Ladislao Kubala, Alfredo Di Stéfano, Luis Suárez Miramontes… Como Xavi, extraordinario heredero de esa tradición, dirá esta semana qué hace. Está en su penúltimo viaje.

Corazón del Barça

En un club difícil, poco dotado (acaso como todos los clubes) para las relaciones humanas, Andrés convirtió la convivencia en un asunto interno del vestuario. No existe, con el caso excéntrico de los que no lo quieren por tradición en Bilbao, nadie que no tenga en Iniesta un punto de referencia de afecto en cualquier parte de España. Ahora se sabe también que esa vinculación del fútbol afectivo con la realidad la representa el de Fuentealbilla. Es extraordinario lo que ha hecho para lograrlo: ser como es, no impostar ni la voz ni la autobiografía.

“Sentate” es Iniesta

“Sentate” ante él, dijo una revista de una de las cunas del fútbol, Argentina, tras su última exhibición. Y aquí Alfredo Relaño se preguntó, desde el fútbol de memoria histórica que representa el director de As, por qué se va. Hay una canción francesa que hace esa pregunta sobre un amor contrariado. ¿Por qué te vas? Si nada lo remedia, y sólo podría remediarlo él, se irá, “y se quedarán los pájaros cantando”, como escribía el onubense Juan Ramón Jiménez. Esos pájaros seremos todos, cantando a Iniesta nos quedaremos, pero él ya no estará. Curioso mundo en el que el mejor se va cuando todavía es el mejor.

No es el único

Se van otros, se han ido otros, y los pájaros se han quedado cantando pero más tristes. Se fue Raúl, se fue Xavi, se fue Iker, no se olvide esto, se fue Raúl, ahora se va Iniesta seguramente, y se va El Niño Torres… Uno se fue, Iker, empujado por un entrenador sin sustancia verdaderamente humana, en complicidad con un club que tampoco está dotado para la espera. ¿Por qué se fue Xavi? Porque nadie supo esperar. Y a Raúl y al Niño los dejaron ir como un día no supieron despedir a Kubala o a Di Stéfano en sus respectivos clubes apresurados. El fútbol español no sabe calibrar la calidad de lo que expulsa.

¿Por qué Iniesta?

A Iniesta le dolió el fracaso de la Champions League en Roma y ahí precipitó su despedida. Ahora se entiende que debió haber ocurrido allí, dentro del Barça, un cataclismo. Esa palabra, “cataclismo”, es de Ernesto Valverde. Esa derrota precipitó en el seno del club todo tipo de malentendidos en forma de despellejamiento. Hasta el punto que el propio entrenador, un caballero como pocos ha tenido el Barça, ha estado amenazado con dejar su sitio si no ganaba esta Copa del Rey. ¿Por qué se va la gente de los sitios? Porque les hacen malas caras.

La Cina è vicina

Y vete tú a saber qué cara le pusieron a Iniesta al volver de Roma. Lo cierto es que se va, tras una noche llena de calidad y de furia. Desde los recogepelotas al Rey, pasando por el director del As, le han dicho que se no se vaya. Hay una vieja película italiana, La Cina è vicina, de Marco Bellochio (1967). Precisamente China no es tan vecina. Su fútbol se hace de grandes estrellas declinantes, una especie de Globetrotters. Ahí es donde van a morir los elefantes. “El destino del hombre es amar y despedirse”, escribió Neruda. Ojalá no se vaya Iniesta a ese desierto de oro. Tiene tanto que enseñar aquí este muchacho.

La frase

“Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando”

Juan Ramón Jiménez

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