La noche infame de Arlington deprime a México
Partido negativo para la Selección Mexicana de Juan Carlos Osorio: cayó 0-1, apenas mostró argumentos y debió sustituir a tres jugadores por lesión.
La menor preocupación, al final de la noche tétrica (una más) de Arlington, fue la deserción de las estrellas croatas. Las lesiones se propagaron como una peste negra selectiva y exclusiva para los que vistieron de blanco. El resultado, 0-1 con tanto de Rakitic, sólo es una anécdota de otra velada podrida, más rica en partes médicos y tomografías que en conclusiones útiles y buenos augurios para el futuro cercano.
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Con un sistema más flexible, bordeado por los cuatro lados, México se presentó tan ávido y plástico como un gimnasta olímpico. Con Vela e Hirving Lozano sobre los costados, la estructura de Osorio adquiere la livianidad de una pluma de cisne. Del 'Chcuky', precisamente, fue la primera insinuación, pero Corluka, un guardia pretoriano, no estaba dispuesto a ceder. Croacia tampoco fue grumosa. Rakitic y Kovacic, dos versados en las artes del balón, hacían líquido el discurrir balcánico. En los pies del blaugrana nació el tiro que Rebic etiquetó con sello postal de Arizona.
Acto seguido, el partido se transformó. Rebic perforó el pozo izquierdo, Néstor Araujo le tenía a la caza, el croata probó al primer poste de Ochoa y la rodilla de Araujo torció las leyes de la física con un movimiento sui-géneris del que solo sus ligamentos se habrían librado si estuvieran hechos de hule. Flashback: 2014, Arlington, la pierna partida de Luis Montes, el drama y la morriña; el letargo y la nimiedad. Otra vez el AT&T Stadium. Y otra vez el Mundial en puerta.
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El partido perdió color y, básicamente, razón de sí. La Selección Mexicana deambuló con el alma en pena mientras Croacia, sin apuro, gobernó con el piloto automático hasta el entreacto. Después, aún en estado de shock, el Tri entró en terapia sobre el diván. A Dalic no le conmovió la depresión mexicana. Sus pupilos, aún hiperactivos, desgarraron las costuras entre Moreno y Salcedo, sustituto del malogrado (otro) Reyes. En ello, Jedvaj retrató a Layún, quien dejó la punta del pie derecho clavada sobre el empeine del jugador del Bayer Leverkusen.
Escobar dictó sentencia y Rakitic, con un penalti de autor, cadencioso y delicado, selló otra noche negra en Arlington (recuérdese a Luis Montes), oscurecida cuando el hombro de Salcedo volvió a activar las alarmas y los pullazos de Vela y Lozano perdieron en la nada. El menor de los males para Osorio, al final, resultó la ausencia de los seis jugadores croatas.