México exorciza Santa Clara y golea a Islandia
La Selección Mexicana superó sus fantasmas en Levi's Stadium y triunfó 3-0 con doblete de Miguel Layún y un golazo de tiro libre de Marco Fabián.Gasta sus ahorros
México exorcizó Levi's Stadium. No, Santa Clara no está maldita. El ensayo victorioso ante Islandia, con firmas de Marco Fabián y una doble de Miguel Layún, confirmó la buena salud del Tri, al menos en resultados, y la fidelidad de la población mexicana en el área de la Bahía, la misma que lo perdona todo. Rusia está al otro lado de la costa. Y de los sueños.
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Mientras los jugadores mismos intentaban descifrar los jeroglíficos que Osorio les había delegado, el público del Levi's Stadium se conjuraba para limpiar las cenizas del 18 de junio 2018. "Si pierden ahora, no volverán a venir", temía Antonio mientras apuraba la lata de cerveza. El estadio, casi lleno, la ilusión indestructible; ni la mayor humillación de la historia puede con el embrujo que posee la Selección Mexicana sobre los paisanos de Sillicon Valley. Es la prueba terminante de la existencia del amor real.
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Layún como interior. Fabián como enlace. Jiménez como náufrago. Línea de tres, ajustable a cuatro. El sudoku de Osorio no confundió a Hallgrímsson, versado por igual en el orden dental y de los esquemas defensivos. Sella su retaguardia con fierros, ligas de hule y dentrífico; un esmalte a prueba de caries. Fabián ensayó la primera picazón, pero la estela del vuelo de Rúnarsson, que imitió a De Gea en Düsseldorf, torció el envío. Entonces, Hallgrímsson envió sus temibles drakkar a explorar el inhóspito mar Salcedo. Gudmundsson, émulo de Erik El Rojo, guió la invasión; el terror vikingo se instaló a las afueras del terruño de Corona. Una vez, con las manos; la segunda, con los pies, prodigioso. Corona fue un fortín inexpugnable; ni la Torre de Londres entra en comparación.
Tampoco México encontró sosiego a pesar de los fallidos intentos de conquista islandeses. Layún deambulaba entre mares, Fabián lanzaba humaredas desde alta mar y Jiménez yacía prisionero en una villa vikinga. No fue sino hasta que Marco Fabián, delicada bengala de tiro libre que sorteó el trelleborg y destruyó el drakkar de Rúnarsson. El gol que tardó dos años; el que nunca llegó aquel 18 de junio. El gol que México debía a sus eternos fieles de la Bahía.
De vuelta a los mares, Hallgrímsson lanzó otra expedición. Aún sin Sigurdsson, su guerrero más notable, empuñaron las espadas con sangre en las palmas. En respuesta, Osorio envió a batalla a sus caballos de guerra: Vela y Lozano. Y fue 'El Chucky', un elfo con alma de vikingo, quien cercenó la zaga islandesa y citó a Layún con la pelota y Rúnarsson. El 'todo-campista' del Porto envió la pelota a dormir al rincón bajo. Levi's Stadium obtuvo recompensa a su amor eterno: por fin celebró la fiesta que le debían.
Por demás, el encuentro feneció melancólico, como una pieza a cuatro pianos de Sigúr Ros. Eso sí, en un rato le llegó la estridencia, el shoegazing, cuando Kjartansson, de media vuelta, hizo cimbrar el poste derecho de Corona; acto seguido, orgullo por delante, Bjarnasson empujó con la puerta abierta a pase fulgurante del mismo Kjartansson. El árbitro Villarreal no estaba para más trámites; demostró su prisa cuando no quiso ajusticiar a Layún y Bjarnasson, liados entre martillazos a-lo-Thor. El sorpresivo golazo de Layún, un géiser de fuego por los aires cargados de auroras boreales (Rúnarsson se había detenido a contemplarlas), descorchó la bacanal en Santa Clara. Trámites sí los tendrá Osorio para armar la nómina que acaudillará en la invasión a Rusia, la toma de Moscú vía Berlín. La expiación de sus fantasmas en Santa Clara le ha limpiado.
