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Añorando a Guedes en el Wanda

MéxicoActualizado a

‘Correazo’. Un gol de otro partido, propio de final feliz de película americana, decantó un encuentro de pizarra y cartabón. El Valencia de Marcelino demostró en el Wanda Metropolitano tener personalidad y derrochó actitud. A su vez, acusó y acabó pagando su falta de pegada. Lo primero fue mérito de Kondogbia y Parejo, que se marcaron una primera mitad impoluta, también de Garay y Gabriel Paulista. Lo segundo, la falta de gol, como sucediera también ante el Barcelona en el Camp Nou, fue más por un cúmulo de circunstancias. Es para destacar que, ‘correazo’ aparte, el peligro de un equipo en el que juega gente como Koke, Carrasco, Griezmann o Diego Costa, se limite a un remate de cabeza de éste último tras saque de córner (¿Gayà marcándole, por qué?). Pero es también para preocuparse que el mayor peligro del Valencia casi se limitara a un remate con el pecho de Zaza a diez metros de Oblak.

Sin Guedes. El Valencia careció de creación en los últimos 30 metros; en parte por el buen hacer defensivo del equipo de Simeone y también a la baja de Gonçalo Guedes. La ausencia del portugués hace del Valencia un equipo previsible en ataque y sin más desborde del que genere Rodrigo Moreno, que es el claro ejemplo de ese desgaste físico que está mermando el potencial blanquinegro en las últimas semanas. Sin Guedes, al Valencia se le ha atragantado su particular trilogía de la Guerra de las Galaxias, tres duelos saldados con derrotas ante Real Madrid, Barcelona y Atlético. En todos ha competido, en los tres ha perdido en las áreas.

Esa roja de Gabi. Todo sea dicho, en dicha trilogía, el Valencia tampoco ha tenido suerte con las decisiones arbitrales. Anoche Gabi debió ver una segunda amarilla por agarrón a Kondogbia, acción por la que no recibió castigo alguno. Restaban 9’ más el tiempo añadido.

Esa semifinal. El Valencia, ahora, se aferra a esa semifinal copera contra el Barcelona. Ese partido del próximo jueves sirve, a su vez, para que se pase de puntillas por el hecho de que los de Marcelino han perdido 6 de los últimos 9 partidos de Liga, que se dice pronto. Desde que se sufriera la primera derrota del campeonato en Getafe, el Valencia solo le ha ganado al Celta y Girona en Mestalla y al Deportivo en Riazor. Competir en Copa con una plantilla de 22 futbolistas le ha pasado factura. Eso y las lesiones. Aún así, el Valencia apurará su sueño de meterse en una final tras diez años sin hacerlo en una posición privilegiada en Liga, como tercer clasificado. Con el añadido de que en esta jornada el Sevilla y el Villarreal también han perdido, lo que le deja a su regreso del Wanda Metropolitano cuenta con paga en lo que a la distancia con el quinto y sexto se refiere. Ahora, el jueves, pasará el Barcelona, sea para mal u ojalá para bien, y los ché volverán a su partido por semana. Ese es su fuerte. Esa es su baza. Esa es su Champions.

En el origen. El Valencia sufrió anoche su tercera derrota consecutiva en Liga, cierto; lo hizo sin disparar entre los tres palos, verdad; pero la imagen del Cholo Simeone pidiendo el apoyo a su gente y la de Griezmann mandando callar a su público, que no entendió que el francés jugara a perder tiempo, evidencia que el Valencia, al menos, compitió. No es un consuelo, sí una realidad. La última vez que el equipo blanquinegro visitó al Atlético, en su particular adiós al Vicente Calderón, fue un juguete, un espejismo de equipo. Fue precisamente ese día, tras encajar un 3-0 (y porque el Atlético se apiadó), cuando se puso la semilla del actual Valencia. Aquella tarde de marzo, Anil Murthy cogió el teléfono y llamó a Mateo Alemany para ficharle. Hace solo 10 meses. Otro Valencia sí se ve.

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