Hubo Betis. No ‘musho’, porque apenas si tuvieron los verdiblancos ocasiones de gol y casi siempre se jugó a lo que quiso un Atlético más cholista que el Cholo, pura roca. El equipo de Setién le puso esta vez actitud, toque, presión y la profundidad que le dejó un rival normalmente agrio que en el Villamarín (mensaje quizá de Simeone: “no te gusta mi juego, Quique, pues toma dos tazas”) se parapetó más que nunca. Pero al menos se vio un Betis a años luz de sus últimas versiones, tan timoratas o, como en Las Palmas, tan inexistentes.
Falta pegada. La baja de Sanabria ha dejado a Sergio León huérfano arriba y ni Tello ni Boudebouz, el argelino dejó destellos, aportan de momento ese gol prometido. Falta banquillo (fallo evidente de planificación) y se encargó Setién de evidenciarlo haciendo debutar a dos chavales, Julio Gracia y Aitor Ruibal, de una tacada. Y sobran fallos defensivos. Uno, pero descomunal y en cadena, bastó para conceder el 0-1. El 7º de la tabla no queda lejos pero el 18º ya aprieta. Y suena tanto a ‘otro año igual’...
