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La magia de los números. Tarde redonda para el Madrid de Zidane... y de Cristiano. En la semana dorada de los cinco Balones de Oro, el equipo le hizo un homenaje a la megaestrella portuguesa poniendo su firma a cinco goles, que encima permitieron al equipo irse a dormir a cinco puntos del Barça... Ya no parece todo tan negro. Es lo bonito del fútbol. De un día para otro sale el anticiclón y se alejan los nubarrones que amenazaban tormenta. Encima, ante un rival de tronío. El Sevilla es equipo de Champions, que nadie lo olvide. Y no se llevó un saco mayor porque instintivamente los blancos levantaron el pie del acelerador tras el descanso pensando en el Mundial de Clubes. Hoy viajarán rumbo a Abu Dhabi con la ilusión dibujada en sus rostros. Si ganamos el tercer Mundialito casi consecutivo, tras los de 2014 y 2016, y derrotamos al Barça en el Clásico del próximo día 23, todos somos conscientes de que nos iríamos al break de los turrones con el pánico instalado al otro lado del Puente Aéreo. 

Buen presagio. Antes del partido tuve la fortuna de encontrarme con Pepe Santamaría, uno de los grandes de la historia del club. El káiser uruguayo levantó cuatro Copas de Europa (1958, 1959, 1960 y 1966) y la gloriosa Intercontinental ante sus paisanos del Peñarol (1960). Pese a sus 88 años, le vi rejuvenecido, feliz, con un ánimo desbordante. Me transmitió una positividad que considero premonitoria para lo que luego ocurrió: “Roncero, yo jugué muchas veces con bajas importantes y pese a eso logramos grandes goleadas. La grandeza del Madrid está ahí. Hoy podemos ganar al Sevilla si los chavales son ambiciosos”. Vaya si los fueron, maestro. Achraf, un Kaltz del siglo XXI con golazo incluido, Vallejo reivindicándose pese a que inicialmente no contaban con él para la cita de Abu Dhabi, Nacho ejerciendo de Sergio Ramos con una exhibición portentosa en el corte y la salida de balón desde atrás (¡y encima abriendo la lata de la goleada!), Lucas Vázquez y Asensio apoderándose de las bandas ante la zaga sevillista, aturdida y pidiendo la hora desde el minuto 1. Al descanso, mi admirado padre, que lleva 60 años siendo fiel a su cita con el Bernabéu, me telefoneó emocionado: “Me alegro de no haber ido al pueblo a pasar el Puente. Qué manera de jugar, hijo. Desde Cardiff no habíamos visto algo igual”. Pues sí, fue una goleada de padre y muy señor mío...   

Y siempre Cristiano. El Sevilla era su víctima favorita. Ya lo avisábamos ayer en las páginas de AS. El portugués se pone 'on fire' cuando tiene delante las camisetas del equipo hispalense. La tradición se cumplió. Cristiano puso un doblete de oro en su Semana Grande. Uno al batir por bajo a Rico tras una asistencia maravillosa de Asensio. El segundo, tras un claro penalti de Navas. Rico la tocó, pero entró. Eso significa que el quinto Balón de Oro le ha puesto las pilas y ha alejado el mal fario. Cristiano lleva 27 goles al Sevilla en 18 partidos y corrió 7,7 kilómetros cuando le dio descanso Zizou. No me extraña que quiera 7 Balones de Oro. Es su número...

Va por ellos. De hecho, en el Bernabéu se dieron cita 77.000 aficionados. El puente de diciembre llenó de familias y peñistas las gradas, como los llegados de La Estrada (Pontevedra), Ciudad de Montilla (Córdoba), El Vendrell (Tarragona) y Gonzalo, de Rincón de Soto, un niño de cinco añitos que vio su primer partido en el Bernabéu. Ese niño jamás olvidará su estreno. Madridista para siempre.