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Seattle Seahawks

Los Seahawks ganan con una defensa imponente

El equipo de Seattle sale de la visita a los New York Giants con una victoria contundente basada en su fortaleza, sobre todo, en los finales de los partidos.

Oct 22, 2017; East Rutherford, NJ, USA; 
 Seattle players sit and kneel on the bench during the National Anthem before the game against the New York Giants at MetLife Stadium. Mandatory Credit: Robert Deutsch-USA TODAY Sports
Robert DeutschUSA Today Sports

Siguen siendo un ataque poco fiable. Siguen tienen una línea ofensiva sospechosa. Siguen sin imponerse en los partidos con la autoridad que les confiere uno de los mejores quarterbacks de la liga. Y siguen teniendo una defensa que hace que todo eso quede en un segundo plano.

Los Seattle Seahawks han salido de la visita a los New York Giants reforzados en sus convicciones merced a un partido ganado por 24 a 7 y en el que volvieron a poner sobre la mesa la contundencia de su unidad defensiva como gran argumento para ser considerados aspirantes a todo.

Basta un dato para explicar cómo es este equipo: en todos los últimos cuartos de lo que va de temporada han recibido tan sólo nueve puntos. Contra los Giants, ni uno. No sólo son capaces de agobiar al rival durante todo el partido sino que llegan al rush final con mayor energía y capacidad de intimidación. Físicamente como toros, y obligando a los demás a jugar con presión y con el agua al cuello. Ahí es cuando aún lucen más.

Los New York Giants no son el rival más temible, eso es cierto. Durante tres cuartos mantuvieron el encuentro igualado. No sólo por la ya citada poca fiabilidad del ataque de los Seahawks, sino porque la propia defensa de los G-Men es algo a tener muy en cuenta.

No obstante, cuando se pasó con amplitud la mitad del encuentro, la magia de Russell Wilson comenzó a aflorar y el ataque de los de Eli Manning, diezmado por las bajas, notó como no le quedaba cuerda para aguantar más golpes, más sacks, más presión y más trompazos de la Legion of Boom y compañía.

Wilson conectó con Graham, Richardson y Baldwin los momentos necesarios, ni uno más, para que el encuentro se fuera de su lado mientras, desde la banda, observaban la carnicería que sus compañeros de equipo estaban practicando con el juego de carrera de Nueva York y su quarterback desesperado en un pocket que se empequeñecía cada vez más ante el paso de los minutos.

Wilson acabó con 334 yardas en 27 pases completos de 39 intentados, y el juego de carrera, en general, sumó 105 yardas en 30 intentos. Controlaron el balón durante 35 minutos e hicieron tres drives de al menos 11 jugadas, sobre todo en la parte decisiva del encuentro. Una prueba más de que la presión ejercida por la defensa, descansada y agresiva, sirvió para decantar el partido por completo hacia su lado.

Si no te anotan y, en especial, si no te anotan en el último cuarto, en la NFL se ganan muchos partidos. Lo saben bien en Seattle.