Desde el inicio del partido, el central, cada vez que tocó el balón, recibió reprobación de un sector de la afición; otro, en respuesta, le aplaudió. Fue cambiado en el 59'.
Gerard Piqué acaparó las miradas cada vez que tocaba el balón. Había un sonido ambiente cuando el balón pasaba por los pies del futbolista y otro cuando lo hacía por los de Piqué. Primero pitos cuando hacía amén de participar en el juego, después aplausos como reacción a los silbidos. Lo dicho, división de opiniones, aunque se escuchaban más los pitos.
El central, que vio la amarilla y no podrá jugar en Jerusalén el lunes por sanción, fue sustituido en el 59' y al retirarse, de nuevo, escuchó más pitos que aplausos. Él, camino al banquillo, apaludió a la afición.