La nueva versión 3.0 de Florentino

Los años y los éxitos han cambiado a Florentino Pérez. El pasado jueves, en el encuentro que mantuvimos con él en El Larguero, descubrimos un personaje muy diferente al de hace unos años. Más sereno, más irónico e incluso más divertido. Aquel Florentino que se enfurruñaba con facilidad y veía gigantes malandrines por doquier ha dejado paso a una especie de patriarca apacible que observa todo desde el remanso donde le ha llevado su trayectoria vital. Seguro ya de que su legado en el Real Madrid va a quedar para siempre, y acomodado en el momento de felizidane del equipo, Florentino Pérez parece haber tomado distancia con algunas polémicas que le agriaban el carácter antaño y que ahora llega a ver superficiales. Ha interiorizado que en el mundo del fútbol la discrepancia y la crítica forman parte del espectáculo y recurre frecuentemente a la sorna para acompañar un contraste de pareceres.

No es que ahora dé su brazo a torcer, lo sigue teniendo de cemento armado, pero sabe encajar sin intentar imponer siempre su punto de vista: “Te has empeñado en que hay que vender a Bale pero verás cómo cambias de opinión”. Sólo en el asunto arbitral sigue recalcitrante porque las viejas cicatrices pican a veces, pero ya sin sulfurarse como antaño. Florentino se sabe ganador en casi todo y desde esa posición es capaz hasta de no tomarse en serio los dardos de Piqué. Eso sí, un chascarrillo ocurrente sobre el Barcelona o el Atleti le pirra más que nada. Este Florentino se ríe más.