Aduriz siempre está ahí
El delantero calmó las ofensivas de un Eibar más decidido al inicio con un gol en el 38'. La ventaja fue suficiente para la primera victoria del Athletic.
En el minuto 39 la grada de Ipurua se frotaba los ojos. Llevaba el Eibar casi media hora domando el partido gracias a que puso un campo de minas bajo los pies de los 22 futbolistas acabó en un tanto que define la partitura que empleó el Athletic en el derbi. El relato es como sigue: un balón perdido a medio campo en el que Núñez se anticipó a Charles y despejo al tuntún, a donde el balón quisiera. Casualmente cayó en un radio de acción cercano a Williams, que siempre se mueve con fe y persiguió el cuero casi hasta la raya lateral. No había ni un contrario en una zona cercana porque todos estaban pendientes de la jugada de ataque recién desconectada. Tuvo tiempo para frenarla y buscar un pase bien medido. Su destino no podía ser mejor, vio a Aduriz anticiparse a los centrales Paulo y Gálvez; se elevó imperial y cabeceó como Santillana un misil que rozó Dmitrovic pero no pudo cazar. Es la ley del fútbol, la diferencia entre marcar y no hacerlo, como bien sintió en sus carnes el equipo de Mendilibar.
Definió esa jugada un partido en el que el Eibar abrió juego con el corazón en la boca, con una presión asfixiante que acogotó a los leones, dormidos en primera línea y con errores constantes en el pase. Sobre cada rojiblanco había decreto de presión, especialmente en las bandas. Vivió un tormento esta vez Unai Núñez, que en su estreno como león ante el Getafe demostró que es solvente y no se complica la vida, pero esta vez marcó territorio en el minuto cinco y perdonaron una amarilla que le habría condicionado para los restos. Lejos de serenarse por esa generosidad arbitral, el chaval tembló con las emboscadas de los armeros. No eligió bien las cesiones al portero y los enemigos veían ahí un filón, así que fueron a por él. Laporte se contagió en cierta medida: le dio un balón en la espalda en una jugada extraña impropia de su clase y de la temporada que va haciendo.
Ziganda arriesgó, metió una rotación radical, con Beñat, Etxeita y Muniain sentados de inicio. En el minuto 25 se relajó un poco el derbi. Los tambores cesaron y se escuchó más el fútbol. El Athletic dejó de pifiarla en zonas peligrosas y la tregua le hizo sonreír con la acción de Williams y Aduriz. En el segundo tiempo Mendilibar puso en acción a Bebé, por Peña, y volvió a revolucionarse el choque. El Athletic quería cantar una nana (dos faltas en 33 minutos) y el brasileño despertó de nuevo el juego racial explotando la banda izquierda. Muniain entró de recambio y desplazó a Raúl García a la izquierda para enredar por dentro. El Eibar tuvo dos fogonazos con Bebé y, tres minutos más tarde, Kike García que permitieron exhibirse al que faltaba: Arrizabalaga, otra vez impecable y aportando serenidad. Y hasta ahí. El Eibar se fue al limbo extrañamente y el Athletic estaba encantado con el aire somnoliento. Jordán cerró expulsado su tarde negra. Primero vio amarilla por cortar a un contrario tras un pésimo centro y cerca del final agarró a Munian largo tiempo cuando avanzaba; doble amarilla y a la calle y cuando desfiló dio una patada y se dolió de los isquios. Y eso que aún tuvo otra jugada muy clara con un palón peleado de San José para la llegada de Munian, que la dio mordida y detuvo Dmitrovic.