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Tercer tiempo

El fichaje de Pablo

Antes del esperado partido de anoche, mi amigo Pablo Ruiz, acaso el más noble de los seguidores del Barça, tiene 14 años, me habló de fichajes. Las nuevas generaciones padecen esa necesidad, como si fueran campeonatos. Me preguntó ayer Pablo qué va a pasar si no ficha a nadie el Barça. Le dije que estaba Deulofeu, que apunta hacia arriba. ¿Vendrá Dembélé?, me preguntó. Quién sabe. El fútbol depende de los nombres propios. A Neymar le pareció más grande PSG que Barça. Allá él, le dije a Pablo. Me olvidé de decirle a Pablo lo que me había dicho Santi Giménez: el fichaje del Barça es Valverde. Atentos.

Y el del Madrid

Y el fichaje del Madrid es Zidane. Después de vaivenes en los respectivos banquillos, en el Barça y en el Real Madrid, los dos grandes equipos exhibieron anoche en la banda a hombres capaces de distinguir la pasión de jugar de la técnica del juego. Los dos asumieron sus papeles, antes, en el campo, y ahora en los banquillos, con la discreción de Del Bosque, con las artes silenciosas de Rijkaard. El fútbol necesita ese espíritu. Zidane es un gran fichaje. Lo es Valverde. Los dos van a competir como si éste fuera el fútbol de antes. Serán buenos, pues, para LaLiga.

La vida por delante

Así que, en estas circunstancias, recomienza el fútbol en serio. Se inauguró anoche, pues, con este partido que los aficionados a uno u otro equipo esperamos como si fuera la madera que se hace violón, que así decía Arthur Rimbaud. Luego la vida se pone por delante, y cansa; es una competición cansada la que viene, porque consiste en trabajo y más trabajo, de jugadores titulares, de jugadores suplentes, de pobres y de multimillonarios. Asustan las estadísticas que Relaño reseñó en su columna del último sábado. El fútbol ahora es de ricos y de pobres, y el porvenir no es bueno.

Deuda interminable

El que no se endeuda no es nadie. Según esas estadísticas, da igual el fracaso económico que suponen esas enormes transacciones. Se trata de desmejorar al contrario también en el ámbito de los cheques, de ganar fuera de la cancha, comprando, lo que quizá no está claro es ganar en la cancha. Los equipos grandes se endeudan, en Francia, en Inglaterra, en España, gastan más de lo que ingresan, y a veces les toca la lotería como al Barça ahora. Pero al Barça el fracaso Neymar le ha costado como si hubiera perdido varias veces la Champions. El PSG, aunque pierda en el campo, se ha llevado un trofeo.

Los que pierden

Y el endeudado parece el Barça. Así es. El fútbol ha cambiado de escenario, ya no sólo se juega en el campo sino también en los despachos, y eso desvía la atención. Me pasó viendo el muy bello partido entre el Cádiz y la UD Las Palmas, equipos de igual uniforme, de parecido presupuesto, de jugadores buenos o aceptables, y de jugadores buenísimos. Pues ahora los ves disputando y te viene a la cabeza qué sentirán esos futbolistas ante las noticias de estos días, ese baile de millones y millones que parecen marcar la calidad de sus colegas.

Solitarios

Debe doler que cada minuto produzca millones o casi nada. Este es un deporte profesional muy sometido a las leyes del mercado y a las leyes propias del fútbol. Y no parece probable que un día se cansen de la situación rico-pobre las categorías inferiores o los equipos depauperados. Ángel Ganivet decía que cuando los de abajo se mueven caen los de arriba. Viendo ese Cádiz-Las Palmas me vino a la cabeza esa situación: como si esos futbolistas entusiastas fueran, en un mundo de tanta estadística exagerada, solitarios corredores de fondo. Da igual lo que hagan, no son de las noticias. Trabajar es tan cansado.