Un Durant sobrehumano bate a LeBron y da el anillo a los Warriors
El alero, que fichó para esto, fue el mejor en el partido decisivo. Quinto anillo para los Warriors, segundo en tres temporadas. Final NBA: Rockets vs Warriors
Los Warriors no solo son campeones sino que han dado sentido a un proceso del que salieron malparados ante buena parte de la opinión pública. Ellos y, sobre todo, Durant: el equipo que pierde una Final y corre a reclutar a una súper estrella, la súper estrella que firma con el equipo que le había eliminado menos de dos meses antes. Solo con un título que no fuera solo un título transmitirían su mensaje, el que en realidad mucha gente no iba a querer escuchar de todas formas. Solo con la primera piedra de lo que podría ser una dinastía de leyenda quedaría atrás el 3-1 desperdiciado ante los Cavaliers para los Warriors y el juicio por alta traición, uno en el que todo el mundo quería leer el veredicto, para Kevin Durant. Y al fin, en estas Finales que solo eran un pasaje hacia algo superior, algo que debería culminar en próximas temporadas, apareció esa certeza última: los Warriors y Kevin Durant querían reunirse no para ganar sino para ganar así. Y lo demás nunca ha importado demasiado. El que parecía el equipo de todos en 2015 ya había dejado de serlo durante la siguiente temporada, cuando aplicaron una presión extrema sobre la liga para alcanzar el 73-9. Y si tocaba cambiar de bando, ¿por qué no hacerlo en formato súper villanos? Como escribió Terry Pratchett, aquellos que aplauden en tu coronación son los mismos que aplaudirán en tu decapitación. Porque lo que quiere la gente en realidad es, sencillamente, un buen espectáculo.
El segundo tiempo fue una persecución que nunca terminó y que llegó hasta una compresión máxima: 100-95, 108-102…. Los Cavs no se fueron nunca, ni cuando en el último cuarto Kyrie se desfondó y el cepo de Iguodala y Durant hizo mella en un LeBron titánico. Pero esta vez los Warriors no miraron atrás para ver qué era ese ruido que los perseguía por mucho que corrieran. Contra el miedo y los fantasmas de 2016 no pararon de sumar, de empujar, de probar el ánimo de un rival que cayó definitivamente a cuatro minutos del final: 122-108. El Oracle estalló, una caldera maravillosa, y los Warriors celebraron durante los últimos 100 segundos de temporada el primer título amarrado en su pista desde la mudanza a la Bahía en 1962. Así se cerró el primer tramo de un camino que comenzó en los Hamptons el pasado julio y que no sabemos dónde acabara. O en realidad sí: en la historia de la NBA.